“Los mejores regalos no se envuelven, se sienten con el alma”
“Que bueno llegó la Navidad, trayendo paz y alegría…”, dice uno de los villancicos que cantaba de niño. Honestamente, siempre ha sido una de mis épocas favoritas del año, si es que no la mejor. Estamos a pocos días de terminar el 2025, hemos llegado a la estación más hermosas pero nostálgica a la vez; la época navideña, es cuando vienen a nuestra mente todo el recorrido del año que estamos a punto de terminar.
Diciembre es un mes en donde hay grandes celebraciones, regalos, festines, reuniones con familiares y amigos, se realizan despedidas de fin de año, viajes, entre otros momentos que seguramente todos atesoramos en nuestro corazón al generar un espíritu que es propio de la época, que crea consigo un sentimiento de paz, alegría y amor.
El espíritu navideño nos acompaña durante esta época del año y nos hace desear estar más cerca de las personas que amamos, mejorando tal vez nuestras relaciones familiares o queriendo dar la mano a alguien que lo necesita; es una época para reavivar los valores aprendidos en casa; entre ellos, la generosidad, la humildad, la esperanza, el optimismo y la paz… Es la época perfecta para la reconciliación, la reflexión y para dar amor, ya que muchas personas necesitan una palabra de aliento o una buena acción.
Millones de personas celebramos la Navidad de diversas formas. Debido a una infinidad de causas por las cuales vamos distinguiéndonos en seres individuales, diferentes el uno al otro, contamos con esa grandiosa capacidad humana de vivir diferente de acuerdo con nuestra esencia única de ser y estar, al existir ese respeto de las diferencias nos podemos ostentar con un amplio criterio y considerar que el mismo derecho que tengo yo de pensar diferente lo tiene el otro. Bajo esa circunstancia se tiñe de color armonía y paz, así la noche se convierte en fiesta para todos.
Hasta en los hogares más sencillos y carentes de casi todo, digo casi porque contienen lo más importante, la vida, la fuerza y la valentía para seguirla desafiando, abren sus corazones y su creatividad danza al son de la música interna que hace brillar su navidad. Este pensamiento cobra mayor significado cuando encontramos diferencias en los ámbitos en que estamos formulados cada uno.
El fin de año está lleno de luces de fiestas de regalos y de abrazos, donde nos ponemos la mejor ropa y manifestamos amor a nuestros seres queridos, pero detrás de toda esta celebración se encierra la llave más poderosa de redención de la humanidad, un propósito divino, Dios en su infinita misericordia se hizo hombre para redimir al mundo del pecado y habitó entre nosotros. Por lo mismo, Navidad viene del latín “Nativitas”, que significa “nacimiento”, la cual es una de las festividades más importantes del cristianismo.
De esta manera, el mayor regalo de todos provino de Dios Padre, quien dio a su Hijo para que muriera por el mundo, como sacrificio por nuestros pecados. Él sanó a muchas personas y ayudaba a las personas de los lugares que visitó. Nunca estuvo tan ocupado como para no ocuparse de las necesidades de quienes lo buscaban. ¡Qué maravilloso regalo nos dio Dios al ofrecer a su Hijo Jesucristo!
El verdadero seguidor de Cristo es un dador. Esto es algo que no solo debemos hacer durante la Navidad, sino a lo largo del año. La generosidad es parte de nuestra identidad en Cristo y debe ser la manera natural en la que respondemos ante las provisiones y bendiciones que Dios nos otorga. Dar es un recordatorio constante de que todo lo que tenemos proviene de Él.
Cada año escribo que la Navidad es la época perfecta para recordar al Salvador del mundo. De esta manera, en esta Navidad llenémonos de “amor”, de la manera en que Dios nos ama, así también nosotros tenemos que amarnos. Dios el Padre envió a su único Hijo a rescatarnos, darnos libertad, alumbrarnos con su luz admirable y llenarnos de amor y paz.
La Navidad se trata de que Dios se vuelva humano para cambiar el curso de la historia humana. Por lo tanto, el corazón de Navidad es el corazón de este bebé nacido en un establo en el pueblo de Belén hace más de 2.000 años, y es verdaderamente un corazón de amor. “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado estará sobre su hombro. y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:6).
El propósito de la Navidad es reconocer a Jesucristo como el único camino para llegar al Padre; es reconocer que, a través de él, recibimos el perdón de pecados. La llave que abre la puerta de la bendición es Cristo, el mejor regalo que podemos dar en Navidad es entregar nuestras vidas al servicio de Dios y al servicio del prójimo, de la manera que nuestro Señor no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate de nosotros (Mateo 20:28). La Navidad es más que una fiesta; la Navidad es salvación, es Jesús quien tiene buenas noticias; tiene amor, paz, gozo y libertad para cada corazón que esté dispuesto a recibirlo.
Deseo que, en esta Navidad, la luz de Cristo ilumine sus hogares y sus vidas, que reciban ese regalo especial y maravilloso, y que nosotros inundemos este mundo, de la luz deslumbrante de Dios que nos envuelve en cada en cada momento, irradiando paz y alegría, y sobre todo, amor. ¡Feliz Navidad!