Querida Tía Julita:
Soy una muchachita más tranquila que una foto, al punto que mi primo Cochi me ha dicho que me asemejo a una gata de yeso de burdel. ¿Se imagina? Usualmente nada me conmueve ni perturba y aunque soy trabajadora, no me introduzco en la vida de nadie, no frecuento todavía los clubes porque, aunque estoy con las dos vacunas, soy supersticiosas y le temo a la Variante Delta que mal rayo parta.
Gracias a Dios, al Señor de los Milagros y a la virgencita, he llegado sin problemas a las 28 pepas, aunque tengo una maravillosa hijita de siete años, producto de un desliz de juventud. “Nadie es perfecta” como dice la JLo que ahora está asustada porque la deja el tren de los 50 y más. Es que, y con todo respeto, ha cogido mucho demasiado
Resulta tía que un domingo de junio recién pasado cuando estaba el día ya más caliente que guatero de diablo, después de la misa que había oficiado un sacerdote bien viejito (ya no quedan muchos), me llamó la atención un muchacho que me miraba y me hacia cucas monas como candidato durante las campañas electorales municipales en Hartford donde son todo sonrisas y después, si te he visto no me acuerdo y le echan la culpa a la Pandemia.
El muchacho me pareció bien, a pesar de que tenía los ojos medios hundidos, pero una cara graciosa. No pasaron muchos domingos hasta cuando mi amiga Yalotishauka me lo presentó y así comenzamos a salir los tres, pues a pesar de mi hija, soy una muchacha seria.
Al tipo le llaman Cleto y trabaja como guardia de seguridad de estos camiones blindados donde recogen el dinero en los bancos. Nos comenta acerca de su revolver Colt.45 cargado y recortado y como entran y sacan con cautela las bolsas con el billete y las monedas.
Un día en que fuimos a almorzar y esperábamos a mi amiga, Cleto me declaró su amor diciendo lo de siempre: “tú eres la muchacha ideal por mi deseada con ansias desde hace mucho tiempo. Me sales en los sueños hasta cuando me quedo dormido dentro del camión blindado apoyado en la ametralladora AKA de servicio para casos de emergencias. Cuando te veía comulgando en la misa, el corazón me caminaba rápido.” Eso me dijo.
Como me caía bien por su forma de hablar, acepté fuésemos novios, pero con ciertas condiciones entre ellas no hubiese entre nosotros intimidad y no me diera abrazos muy apretados porque soy muy quisquillosa y por lo del Covis-19.
Un día lo llevé a mi casa a conocer a mis papás, a mi hermano Silvio a quien le decimos cariñosamente Mogote, y a mi gatito Chimboro, un animalito muy lindo de la raza angora y; ¡oh casualidad! tiene los ojos parecidos al dictador chino.
Todo estuvo bien ya que mis padres hablaron con el muchacho y también mi hermano Mogote. Mientras tanto yo observaba a Cleto, y fíjese tía que el tipo no le quitaba los ojos de encima a mi gatito, observándolo con una mirada extraña y sus ojos brillando de una manera sobrecogedora.
Durante la comida en la que mi mamá hizo pernil con arroz y gandules, mi hermano le preguntó a mi enamorado si en su país comían también cuyes, a lo que éste respondió que si y que eran deliciosos si se combinaban con papas y arroz verde. Yo inocentemente le pregunté que eran los cuyes, y mi hermano que tuvo una enamorada peruana, riéndose me dijo que eran unas ratitas que crían en la sierra.
Tía, tuve que pararme para ir al baño y eso me dio mucho asco. Cuando regresé a la mesa, Mogote y Cleto estaban hablando acerca de la carne de gato. Mi enamorado dijo con naturalidad y sin arrugarse, haberla probado varias veces agregando que en su tierra era una comida muy solicitada de gourmet.
Desde ese día no he querido saber más de este muchacho porque a mí me parece criminal comer carne de gatito. ¿Saboreará también la carne de perro, la del caballo, y la de las ratitas? En el fondo/fondo, Cleto me agrada, pero me niego a tener relaciones con un come gatos.
Mi papá dice que “son detalles y que aproveche ahora pues me está dejando el tren,” pero mi mamá entiende mis sentimientos pues soy una protectora de los animalitos y de las aves.
Gracias de antemano por sus consejos tan acertados que van al punto.
Chabú.
Respuesta
Querida Chabú:
Veo que hablas francés y afirmas en la lengua de Moliere que tu enamorado tiene un no sé qué. Es que estamos lidiando con una cuestión cultural y te digo esto para colocar las cosas en un contexto racional, exento de emociones, exageraciones, prejuicios y sentimientos encontrados. ¿Viste?
Sinceramente jamás he comido cuyes, carne de caballo, ni de gatos, pero en nuestra cultura caribeña es increíble cómo nos agrada el lechón, al que en otros países y culturas le dicen cochinos, marranos y puercos.
Si alguna vez has observado a estos animalitos que nos alegran las Navidades, a ellos les encanta el barro y comen cualquier tipo de basuras y aun se dice que son carnívoros como sus primos lejanos los jabalíes que tenían más colmillos que los políticos corruptos de Latinoamérica.
La cultura judaica no acepta que se coma el lechón porque lo consideran un animal “inmundo” y por lo tanto no gustan del chicharrón, los cochifritos, ni menos de las morcillas. Sin embargo, se deleitan con la carne de cabritos y de ovejas.
Para que veas como se bate el cobre, en Japón les encanta el cerebro de los monos y según me dijo un caballero que viajó a ese exótico país, en ciertos lugares comen lagartos y arañas. ¡Vaya a saber que les sirven a los turistas cobrándoles un ojo de la face! Por otro lado, en la India, no prueban la carne de vaca por razones religiosas que tienen que ver con la reencarnación.
Como mencionas lo del Covis-19 y del que dicen que viene, se está investigando una información acerca de un mercado cercano al hospital donde llegaron los primeros enfermos en China, y donde vendían murciélagos, serpientes y otras especies para fines medicinales. El murciélago que es parecido a una ratita se caracteriza por comer mosquitos por miles y puede que alguno de ellos se haya contaminado, alguien lo compró e hizo una sopa y por allí fue la cosa.
El punto Chabú es que no debemos ser tan duras para calificar lo que comen en otros países y entender el hecho de que saboreen los cuyes o gatos, no les debiera descalificar como personas decentes. Por lo que sé, los ojitos achinados no tienen nada que ver con lo que comen en esta región del planeta donde se inventó el pisco; sino son los rasgos asiáticos de nuestros ancestros.
Ahora estamos en los Estados Unidos donde comemos cosas sintéticas, comida chatarra y nos deleitamos con productos que tienen una alta cantidad de contaminantes y tóxicos.
Yo te recomendaría hables a calzón quitado con tu enamorado acerca de este punto y le aclares acerca de cómo te sientes con eso de los gatos y los cuyes y la repulsión que te provoca utilizar estos animalitos en guisos cotidianos en circunstancias que a nosotros nos encanta el mondongo
Si el muchacho te quiere, te asegurará que tu gato angora no corre peligro y no te obligará a comer ni cocinar felinos domésticos ni especies, primas cercanas de las ratas.
Espero que las cosas culinarias se aclaren y averigua más en el Internet acerca de los cuyes y el Pisco, además de las deliciosas papas a la huancaína.
La Tía Julia
Comentarios a los consejos de la Tía Julia. Tía, con mi familia de esta área de Connecticut cerca del rio, nos alegramos de la labor que están haciendo la delegación de congresista y de senadores demócratas en Washington y la respuesta que el gobernador Lamont dio de inmediato al problema de las inundaciones. Como ellos son gente sabida y no imbéciles como el que se fue, de inmediato validaron la idea del presidente Biden de dedicar más chavos a la infraestructura del país que esta pasada de moda, oxidada y se debe reemplazar porque habrá más días lluviosos, vientos huracanados, tempestades de nieve y hay que renovar puentes, caminos, carreteras, desagües y alcantarillas. Gracias de antemano por la publicación de nuestra opinión. René Salgado de Guilford.