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Tía Julita:
Agradezco de un modo vehemente, fogoso y apasionado sus atinados y sensatos consejos de los que nuestras comunidades aprenden ya que aquello que usted nos comunica “ponen el dedo en la llaga” como decimos en Bogotá donde se habla el mejor castellano, aunque agregamos modismos a veces algo vulgares que se nos pegan por acá escuchando la Radio Vivaracha.
Tía, hace dos años rubricamos el contrato de matrimonio con este muchacho del pueblo de San Lorenzo donde hubo cuando él estaba chiquito, un alcalde quien por las noches y de un modo furtivo y sibilino intentaba cazar al chupacabras.
Gabriel, es el nombre con el cual lo bautizó y sacramentó su progenitor quien admiraba y se fascinaba con este incomparable, inconmensurable, fabuloso, inteligente, genio y perspicaz escritor García Márquez.
Mi Gabo no es escritor, es más bien flaco, blanquito tirando para pálido pero cariñoso, y los viernes va sagradamente a buscarme al trabajo para celebrar el viernes social (día al que en la radio Vivaracha llaman el viernes sexual), me trae orquídeas colombianas, me lleva a cenar y por allí nos vamos a bailar a clubes exclusivos.
Lamentablemente y ya como novios, fui descubriendo que tiene algunas cosas extrañas, insólitas y chocantes. “A modo de ejemplo,” como decía Judas Tadeo que se chupaba el dedo. Cada vez que caminamos por el parque y ve animales desorientados, Gabo se les acerca, les habla, y si ve que están más flacos que faquir vegetariano, corre al carro donde tiene una caja con alimentos para gatos, ardilla, perros, o aves y les sirve un banquete.
Cuando éramos novios y fui con mi hermana a su apartamento, el olor que despedía el lugar era peor que el que tiene un zoológico de zombis ya que en los cinco minutos que estuve allí, conté tres gatos, tres acuarios con peces dorados, un perro policial y un sinnúmero de plantas tropicales, incluida una mata de mangó. En su dormitorio, conté dos tortugas, cuatro pericos, y una salamandra más fea que el día lunes y a la que él llama Mini.
Gabo quería que nos quedáramos a cenar ya que había preparado un pernil vegetariano sin carne, pero le tuve que decir que era alérgica al pelo de los gatitos y que era mejor que fuésemos a comer al Palacio de la Langosta que nos quedaba más cerca.
Allí me salió con eso de que las langostas son víctimas indefensas de la glotonería del ser humano y que al comerlas se ha cometido una crueldad inusitada porque las lanzan y arrojan vivas al agua hirviendo. A mí me agrada la carne a lo bogotana y los chicharrones de porcino.
A Gabo eso le espanta disque ellos son también seres de Dios a los que los humanos alimentan y les ponen hormonas creándoles la ilusión de un futuro mejor, pero que al llegar el verano y en las navidades se les somete a la tortura aquella de asestarles un clavo en el corazón, como dice la canción y estando aun vivos se les desangra para que la sangre fluya y fluya y de ellas, según Gabo, los aprendices de vampiros hagan las desagradables morcillas.
Ya matrimoniados, lo mismo hizo en el amplio y vasto patio de nuestro hogar, pero llegaron zorros, coyotes e incluso un oso con tres oseznos debido a lo cual le convencí de que se dejara de changuerías, como dicen en la calle Park donde el humo de la marihuana se inhala hasta en las vecindades del Capitolio.
Por favor aconséjeme ya que amo a Gabo aunque es cabezón y porfiado, pero temo por mi salud, la ausencia de proteínas de la que sufren los vegetarianos y a mí no me gusta comer pasto ni forraje. Gracias de antemano y saludos a todos los muchachos y muchachas de la Voz Hispana de Connecticut y que se cuiden de los rayos gama del sol y las lluvias porque de los buenos quedan pocos.
Claudina
Respuesta.
Querida Claudi:
Me parece que te has sacado el premiado con tu exagerado, excesivo y desmedido uso y abuso de los sinónimos que era la costumbre de un señor bogotano cuyos discursos eran más aburridos que bailar sola y quien estaba convencido que para hablar bien el “castellano,” había que expresarlo con rodeos insufribles, tediosos y fastidiosos.
Ahora bien y con respecto a Gabo tu esposo y como decía Shakira antes de la demanda y del divorcio, “este muchacho de ser bueno es bueno,” pero ese afán, dedicación y apasionamiento por respetar, querer y beatificar a otros seres vivos, crustáceos, anfibios y aves, está trayendo a la superficie de vuestro matrimonio conflictos y bretes de compatibilidad que no fueron resueltos durante el noviazgo.
Hasta ahora el cariño, la pasión y el amor sin barreras ayudan a mantener el barco a flote, pero m’hija, el tiempo pasa y nos afectan la fuerza de gravedad, se van cayendo las cosas y los rayos gamas del sol están fastidiando.
Sin embargo, quiero dejar en claro que parece loable, plausible y meritorio que las personas protejan a los animales y les proporcionen un refugio y amor, pero claramente a tu esposo se le ha pasado la mano y no sé cómo los vecinos no han reclamado por los olores naturales que despiden los animalitos y aves lo que obliga en el invierno, como me dejas saber, a abrir las ventanas y lavar con el mapo los pisos con cloro.
Por otra parte, me preocupa que, por las noches te despiertes por la mañana y te hayas encontrado con la graciosa faz de la salamandra que no es fea, grotesca y risible, o que uno de los gatitos quizás celosos, te haya rasguñado y lacerado la nalga durante el acto coital. ¿Me entiendes?
En el caso del pavo y el lechón, comparto el punto de vista de Gabo ya que la gente de este país no solo come, se jartan e indigestan, sino que desperdician toneladas de comida en profusas comelatas amenizadas con bebida y bailongo.
En muchos sentidos tu novio tiene razón, pero la pregunta es, ¿estás tu Claudina dispuesta a seguir acostumbrándote, habituándote y arraigándote a la comida vegetariana, y dejar drástica y definitivamente tu hábito de comer pernil, la suculenta sopa de mondongo, los pasteles con carne de lechón, el asopao de pollo tierno, el fricase de cabrito soltero, las generosas porciones de carne mechada, las ensaladas de langostinos, el pollo asado, y otras delicias del paladar latino?
Por otra parte, y viendo lo positivo, si sigues el ejemplo de tu esposo nunca tendrás problemas de presión arterial, aumento de peso, flatulencias intestinales, tu colesterol estará más bajo que zapatos sin taco.
Como todo es cosa de comunicación, como decía un amigo mío que es fañoso, habla con Gabo para ver si puede existir una posibilidad de negociación ya que se podrían presentar problemas serios de incompatibilidad, y a ti, aunque lo quieras, no te agrada vivir en un apartamento con olor a zoológico.
Les deseo un feliz mes de agosto, salgan siempre con paraguas y sean prudentes al comer y beber, aunque parece que ya comes fricasé de zanahorias y biscochos de betarraga.
¡Oh! Al escribir o hablar no utilices tantos seudónimos. Son absoluta, total y cabalmente innecesarios porque al hablar y escribir de este modo puedes marear a tu interlocutor u oyente y a las personas que no pueden leer mucho porque tienen la edad del presidente.
Saludos para ti, Gabo y sus animalitos.
Julia
Comentarios a los Sabios Consejos de la Tía Julia.
Mi esposo cree todo lo que le dice el señor cura por la radio y ahora sufre de diarreas constantes por esto del acabo de mundo, el apocalipsis y la creencia promovida por los republicanos de que el hijo del presidente Joe Biden es el anticristo cuando la verdad, verdad, es que los facineroso son Vladimir Putin, Xi, y Donald. Gracias por la oportunidad, Marcos de Meriden.