Querida Tía Julia:
Espero que le dé el tiempo y la voluntad para leer este e-milio que le envío desde el hermoso pueblo de Springfield, “La estrella Emergente de Massachussets,” donde también nos llega como caída del cielo La Voz con las interesantes noticias de Connecticut y sus alrededores.
Soy una mujer matrimoniada con tres hijos concebidos cuando me uní en los sagrados votos matrimoniales con mi esposo Tete, sobrenombre cariñoso que le puso su papá al que apodaban Teto porque se comenta en la familia que bebió leche del seno materno hasta que tenía diez años. A mi esposo le pusieron en la escuela Tete porque no soltó el bobo hasta que tenía siete años.
Hasta ahora hemos compartido el lecho nupcial con Tete desde hace 12 años y aun somos jóvenes ya que el matrimonio tuvo lugar en Jayuya cuando yo tenía 18 añitos y mi esposo 20. Digo esto ya que aún tenemos energías y nos mantenemos activos en todo sentido, sin embargo, una sombra más oscura que un hoyo negro está emergiendo en nuestra vida debido a la tecnología.
Nuestros problemas comenzaron cuando Tete se compró la primera computadora que nos sirvió mucho cuando pasó lo de la plaga Pandemia, pero que ahora llama mucho su atención. Sin embargo, antes de esto comenzó con el celular y no iba a ningún lado sin llevar esa cosa. Cuando lo criticaba por esto, me decía que era un instrumento vital para las comunicaciones de su trabajo en la funeraria.
El asunto ha comenzado a preocuparme desde que compró otro celular I-pod donde puede tetear más, es decir enviar más escritos.
Usualmente llega a la casa desde la funeraria como a las cinco de la tarde y allí se sumerge en la computadora hasta que, a las siete, le obligo a cenar con la familia. Allí, también comienza a recibir las llamadas por el celular que es muy escandaloso ya que tiene la melodía de “Despacito” y el video de una mujer medio calata y descarada.
Después del café puya y los postres, se va y no lo veo hasta las diez de la noche cuando se desocupa del computador y aun en el matre sigue teteando, pero no me tetea a mí. ¿Se imagina usted mi frustración?
Ahora con el texteo tengo un problema muy especial debido a que noto que cuando Tete testea, recibe mensajes y se ríe de una manera extraña. Cuando responde se le ve el semblante agitado y la mirada le brilla como la calvicie de un dibujante. Por las mañanas se va al baño y allí sigue teteando y leyendo los avisos de la gente que se muere. Me ha dicho que le avisan de nuevos clientes familiares de los muertos lo cual le entusiasma. Afortunadamente mandamos a hacer un medio baño ya que cuando cierra la puerta del baño principal, nadie puede interrumpirlo.
He pensado que mi esposo sufre un tipo de adición ya que su vida gira en torno a esta cosa del cel. y se ha ido desentendiendo de nuestra familia, aunque ahora nuestros hijos también tetean. Es cierto que Tete no bebe, no juega al domino, y me atiende al menos una vez a la semana, pero nuestra comunicación se ha reducido mucho en la frecuencia del matre. Para ponerme de acuerdo con él, debo testearle las cosas que se requieren del supermercado, el día en que los niños juegan béisbol, e incluso las fechas de los cumpleaños.
Por favor oriénteme ya que esto del texteo constante me está poniendo muy ansiosa ya que Tete ya no es el mismo. A veces he pensado que me engaña virtualmente, pero no he podido comprobarlo.
Con cariño y aprecio infinito,
Judy
Querida Judy,
Bienvenida al club de las esposas que conviven con tipos que textean o tetean, como dices tú, y se ponen incordios y rudos porque se llevan el trabajo para el hogar. Según me dices, tu esposo comenzó en la funeraria como simple sepulturero, estudio después, y con tu apoyo económico se graduó en ciencias mortuorias y se ha hecho un experto en los funerales y cadáveres.
Mija, es que vivimos en una época en que esto de los celulares, las relaciones virtuales, el Internet, Facebook y otras cosas es lo que hay y no hay nada que lo regule porque los republicanos se quejarían de que les están atropellando “su libertad,” como lo hicieron con los de las máscaras y las vacunas.
Las estadisticas – que no son las politicas- han dado como resultado que los ciudadanos de los Estados Unidos están pegados al teléfono 5.4 horas al día y los nacidos despues de 1945, gastan su tiempo en el Smart phone 5 horas. ¿Cómo la ves?
Así, también se sabe que la gente a la que yo denomino acelerada chequea los celulares 63 veces al día. En el llamado “media social” -Facebook y YouTube- el estadounidense -adultos y jóvenes- gastan 2 horas y 24 minutos al día. Ahora, ¡mira p’a allá! los que nacieron después del 2000 (los milenios) textean 48 minutos al día!
Veo que tienes también un celular, pero no has llegado al estado mental de tu esposo Teto. Eso de hablar de “adicción” es muy adecuado. En Japón hicieron un experimento con adolescentes y estudiantes universitarios y se les privó del uso del aparatito por 24 horas.
Los fatídicos resultados mostraron lo siguiente: les aumentó la ansiedad, hubo ataques de pánico con palpitaciones cardiacas y arritmias respiratorias, se desesperaban, algunos se tornaron violentos, y otros sufrieron náuseas y diarreas. Todos estos síntomas desaparecieron cuando se les entregó el bendito celular.
Si este problema se traslada a las escuelas, los maestros y administradores tienen problemas para evitar que los estudiantes en vez de concentrarse en lo que habla la maestra, estén texteando de un modo disimulado, insultando a otros estudiantes o comunicándose con las novias o novios.
Cuando en algunas escuelas los guardias de seguridad les quitaban los celulares, llegaban los padres a reclamar diciendo que se les privaba a los niñitos de sus derechos constitucionales y hasta demandaban. Otros padres, después de la terrible masacre de los niñitos de Sandy Hook, deseaban estar en contacto permanente con su hijos e hijas porque ahora el loco anda suelto.
En algunos sistemas escolares, los muchachitos deben dejar sus celulares durante las clases y se les entrega en los recreos y la hora del almuerzo para que puedan aprender. Buena idea.
En el caso de Teto que usa del celular para los efectos de su trabajo, tendrás que llegar a un acuerdo y establecer ciertas reglas para el hogar. Algunas parejas acuerdan no textear cuando están en un vehículo en movimiento porque es sumamente peligroso y es una descortesía para el que conduce. Se debiera limitar los asuntos del trabajo desde el celular a las seis de la tarde y después la familia cena y dialoga.
Posteriormente pueden hacer alguna actividad que implique recreación -ver una película de horror ya que es esta la temporada- recibir a alguna amistad agradable o jugar el Bingo o el “UNO” distracciones más sanas que pasear la perro. También se puede ir al gimnasio, salir a caminar o simplemente, sentarse en una calle concurrida, ver cómo la gente pasa, los niños juegan o los adolescentes se desgañitan.
Mija, te advierto que todo esto no será fácil porque ahora en los celulares ves las noticias, hay juegos, se pude apostar, enterarse del estado del tiempo y como decía una amiga, chismear, vigilar lo que pasa en el Facebook o incluso conectarte con el YouTube para escuchar tu música preferida o el Twitter. En todos estos “adelantos” no vemos la cara ni los gestos del prójimo y la humanidad deja de verse afectando la comunicación cara a cara o como se dice en inglés, face to face.
Cuídate y textéame tu mensaje.
Julia que te desea suerte con Teto y los Tetines.
Comentario a los Sabios Consejos de la Tía Julia.
Me llamo Pedro, pero me apodan “Fil.” Tengo un trabajo como plomero y hace tres meses ando buscando un ayudante. Puse un aviso y nadie llego a pesar de que les pagaría a 25 la hora. ¿Qué le pasa a la gente que se queja por los chavos y de todo le echan la culpa al presidente? Trabajo hay, pero hay tipos jóvenes que son tan flojos como una patada de astronauta.