Por la redacción de La Voz Hispana
A Enrique Santana, el cirujano le anticipó que la operación para extirpar un tumor del lado derecho de su abdomen requeriría de unas doce horas dada la necesidad de examinar posibles daños en otros órganos invadidos por una masa de 20 centímetros de longitud y de un peso aproximado de 10 libras.
Habría riesgos y todo dependería de su resistencia cuando se empinaba a los 74 años y por supuesto de la habilidad del profesional que le operaria. “Desde el quirófano, se le llevará a la Unidad de Cuido Intensivo porque necesitamos monitorear su recuperación y enfrentar cualquier situación post operatoria.
Enrique había escuchado la palabra cáncer y se sorprendió porque el sarcoma no presenta necesariamente síntomas ni dolores lo que lo hace más peligroso prevenir el crecimiento de tumores. Era el 12 de enero, y Enrique y su familia se prepararon para la emergencia.
Tal como el médico lo había anticipado, después de la operación en la cual requirió transfusiones de sangre y procedimientos en el corazón, el paciente se despertó acostado en un lecho angosto, con una máscara de oxigeno y conectado a varios cables instalados en los dos brazos.
“Despertaba en lapsos breves y allí vi a las enfermeras que venían a distintas horas a tomarme los signos vitales preguntándome si sabia donde estaba y si algo me dolía. Las primeras 48 horas fueron como un mal sueño ya que estaba altamente sedado y tenía alucinaciones. Sentía deseos de ir al baño y salir del lugar, pero a cualquier movimiento, los sensores acusaban el intento y de inmediato llegaban dos enfermeras para tranquilizarme,” confesó Enrique quien relataría que después de la operación se había convertido en un infante que requería de asistencia para hacer sus necesidades mínimas y limpiarlo. “Deseaba darme una ducha, pero las muchachas me daban baños usando esponjas lo cual me parecía humillante,” dijo el expaciente que en ese instante comprendió los distintos papeles y funciones que cumplen las enfermeras adiestradas para lidiar con todo tipo de fluidos humanos.
Poco a poco. Enrique pudo entender la rutina de la Unidad de Tratamiento Intensivo, el uso de un timbre para llamar a la enfermera de turno, pero debido a que tenia un tubo en la tráquea no podía hablar, lo cual aumento su desesperación. Finalmente pudo escribir mensajes para indicar sus necesidades.
Para muchos, la experiencia de Enrique a la que éste calificó de traumática no es una novedad, pero si lo es para miles de personas que deben sufrir cirugías mayores y estadías prolongadas en la Unidad de Tratamiento Intensivo o en Centro de rehabilitación donde les enseñan nuevamente a caminar, subir escaleras, respirar y serenarse.
Por este motivo, para Enrique y ya en el seno protector de su hogar, fue una agradable sorpresa conocer los Premios Nightingale por Trabajo de Excelencia en Enfermería que publicó este pasado jueves el periódico Hartford Courant en un suplemento especial. Estas son merecidas muestras de gratitud y reconocimiento auspiciados desde hace 19 años por las instituciones Connecticut Children’s; Eastern Connecticut Health Network (ECHN), el Hospital y Centro Medico Saint Francis; el Hospital Mount Sinaí de Rehabilitación; Trinity Health de New England, el Hospital Central de Connecticut/MidState Medical Center, y UConn Health.
Después de la crisis de la Pandemia, los galardones adquirieron un mayor significado tanto en hospitales o centro de recuperación como en clínicas satélites de la comunidad.
Conversando con la enfermera Nakisha Smith quien trabaja para Hartford Health Care at Home como enfermera visitante, su labor profesional se inicia cuando a un paciente se le da de alta y continúa su recuperación en el hogar. Personas como esta abnegada profesional, visitan a los enfermos, supervisan su progreso o bien dan la voz de alerta en caso de complicaciones.
Como Nakisha hay otras profesionales que día a día visitan hogares, examinan a los pacientes, monitorean sus signos vitales, inquieren acerca de su estado físico y emocional, aconsejan y en sus computadores comunican la información a los médicos.
Debemos recordar que las enfermeras fueron quienes atendieron a millones de soldados heridos en las nefastas guerras mundiales, en la guerra de Corea, Vietnam y las más recientes en Afganistán e Irak librando muchas veces de la muerte a jóvenes con heridas de batallas, o afectados por las plagas y enfermedades que se alimentan de víctimas de conflictos bélicos. Ellas son las que velan día y noche a enfermos con heridas traumáticas en los hospitales, vigilan sus medicamentos y alimentación y forman parte integral del equipo médico.
“En nuestra profesión hay varios niveles comenzando por enfermeras registradas con cursos asociados o un diploma otorgado por una universidad acreditada como les la Universidad de Saint Joseph que incluye también niveles superiores avanzados de enfermeras que puede prescribir medicamentos. También están las enfermeras o enfermeros LPN que asisten a institutos para su preparación en programas de 8 o 10 meses y que trabajan bajo la supervisión de una enfermera registrada. Las asistentes a enfermeras requieren también un certificado y adiestramiento,” informó Nakisha, madre de tres hijos quien reconoce que la Pandemia Covis-19 fue una prueba de resistencia y resiliencia para el personal médico que implementó protocolos de emergencia y enfrentó continuos fallecimientos de pacientes.
Además del adiestramiento profesional que proveen Universidades como Saint Joseph también se ofrece un PhD en Enfermería para personas que se inclinen a la enseñanza o a trabajo independiente.
Para promover los estudios en enfermería las instituciones académicas Capital Community College la Universidad de San José de Connecticut, el Colegio Goodwin, la Universidad Central de Connecticut y la Universidad de Hartford están proveyendo desde el 2003 becas para estudiantes en las comunidades de Greater Hartford.
Los desafíos de pandemias que ahora enfrenta nuestra civilización sean cánceres, futuras guerras, cataclismos y violencia que afectarán a miles de seres humanos, el trabajo de las enfermeras es uno esencial y entre estas labores, la de las enfermeras visitantes son primordiales para reintegrar a pacientes al calor de sus hogares y continuar su recuperación.
Este año recibió el galardón Nightingale Bridget Kennedy quien habló de la importancia del apoyo con otras colegas y médicos durante la crisis que se inició en marzo del año pasado con el Covis-19. Fueron las enfermeras quienes debieron acudir día a día luchando en contra del llamado enemigo invisible poniendo en riesgo su propia salud y vida impulsadas por la sagrada vocación de ayudar.
“La enfermería es un arte que requiere una exclusiva devoción, una ardua preparación académica y práctica semejante a la de un escultor o pintor, con la diferencia de que las enfermeras no lidian con un lienzo para pintar o el frio mármol; sino que con un cuerpo humano vivo. La enfermería se puede describir como un Balla Arte, la más fina de todas.”
Así describe a esta carrera Florence Nightingale, de nacionalidad inglesa nacida en 1820 y fallecida en el 1910 quien era más conocida como “la Dama de la Lámpara” y que cuidó de los soldados heridos en la guerra de Crimea.
Hoy esta sacrificada mujer es una fuente de inspiración para otras damas que continúan con esta tarea y personas como Nakisha Smith quienes visitan día a día a los enfermos en recuperación.
Enrique ha logrado recuperarse con la ayuda del personal médico y las enfermeras que le atendieron en los días en que peligró su vida.
“Tengo una deuda con cada una de ellas,” manifestó alegre del éxito de la operación pero que ahora requerirá visitas a su oncólogo para monitorear su organismo que supero por ahora la prueba.
JDB