Habría sido para nosotros preferible hablar de posibilidades optimistas para los doce meses que se avecinan, pero es una mala noticia la continua ola de violencia criminal en Connecticut tanto en las calles donde pulula la delincuencia con su siniestra mercancía de drogas, tanto como la creciente violencia doméstica en la que son las principales víctimas las mujeres y la infancia.
Es que las armas de fuego sobran y están al alcance de la mano, sean estas herramientas del delito sean nuevas como de segunda mano.
Sin embargo, continua la preocupación de la ciudadanía que cree en la democracia, el atrevido anuncio del expresidente Donald John Trump de hablar a quien desee escucharle, acerca de su enfermiza interpretación de los peligrosos eventos del pasado seis de enero. Con seguridad continuará divulgando la gran mentira producto de su mente psicópata y narcisista: “me robaron la presidencia.”
Afortunadamente el presidente Joe Biden hará también uso de la palabra para decir la verdad de los hechos.
Es que llega la hora de quienes no estamos de acuerdo con el terrorismo y la mentira política montemos una campaña publica semejante a la de Black Lives Matter y establecer un movimiento que detenga el intento de los fascistas de reducir por todos los medios el proceso de elecciones del 2022 que afectaría el acceso al voto de millones de adultos mayores, inválidos, los grupos de color y los provenientes de la pobreza.
Este movimiento prodemocracia se debe hacer notar porque pareciera que la democracia en los Estados Unidos está a punto de fallecer de muerte natural y pareciera que a nadie le importa.
Como advierte Hillary Clinton, si los republicanos pasan a controlar el Congreso en el 2022 y la presidencia en el 2024, enfrentamos la amenaza de un gobierno autocrático encabezados por mentirosos al puro estilo de los de China y Rusia.
La buena noticia es que la justicia, aunque tarde, llega, y se está llevando a juicio a los lideres partidarios de Trump que han recibido sentencias que van desde meses a un máximo de cinco años para así sentar un precedente de que actos de esta grave naturaleza no pueden continuar.
Sin embargo, el principal gestor del intento de golpe de estado continúa escudándose detrás de la labor de abogados rencillosos y pica pleitos, jugando golf en Mar-o-Lago en Florida y conspirando solapadamente en contra del gobierno establecido. Sus donantes republicanos alimentan su ego con millones de dólares que apoyan sus malas finanzas personales y las campañas de candidatos republicanos duros en menoscabo de sectores creyentes en el juego democrático.
La mentira y la deleznable argucia política han ido socavando el nivel de aceptación de parte de la opinión pública al presidente a quien ahora, de un modo increíble, continúan acusando de imponer las vacunas y el enmascaramiento olvidando que a Trump se debe la muerte de ciento de miles de personas cuando dijo en reiteradas ocasiones entre marzo y mayo del 2020, que lo que sucedía en los Estados Unidos era una simple influenza que la gente debería ir a trabajar y que el peligroso flagelo epidémico “se iría en cosa de días, pero que morirían algunos envejecientes.”
¿Olvida la opinión pública cuando un primer mandatario ignorante, impulsivo y fanfarrón recomendó que la ciudadanía consumiera cloro para curar del problema a de los pulmones y apodó al Covid-19 la plaga Kung-Fu desatando así una ola racial en contra de la población asiática?
¿Se olvida la ciudadanía que estas aberraciones y extravíos de Trump son semejante a cuando, después de un lamentable hecho en que se enfrentaron grupos neonazis, integrantes del KKK, otros delincuentes y racistas con personas desarmadas donde una persona fue atropellada por un fanático racista, dijo que “en ambos bandos había gente buena”?
Es cierto que la Pandemia ha creado efectos devastadores en la sociedad estadounidense tanto en el aspecto económico con los problemas del desempleo y la cesantía, como emocionales y sociales.
Es verdad que aumentó el alcoholismo y la violencia doméstica, además del asalto para robar automóviles.
No es un secreto que los niños y jóvenes estuvieron expuestos a situaciones desconocidas que les causaron una extrema ansiedad encerrados en sus hogares y privados de educación al no contar con sistemas Wifi ni computadores.
Sin embargo, las buenas autoridades, especialmente con gobernadores con visión de estadistas y no con la mentalidad racista del de Texas y Florida; han atacado con éxito el problema y en un comienzo los gobernadores de Connecticut, Nueva York, Massachusetts y Rhode Island tuvieron que presentar un frente unido ante los errores garrafales de un presidente ignorante y con limitaciones cognitivas y emocionales pero apoyados por algunos republicanos.
Afortunadamente nuestro estado cuenta con el gobernador Ned Lamont, la vicegobernadora y su equipo de asesores que han sabido lidiar con la emergencia y hoy día, aunque los fanáticos antivacunas continúan sus ataques verbales y casi físicos, Connecticut es UNO de los conglomerados en los cuales se han aplicado todas las estrategias para enfrentar una plaga de un modo eficaz.
Preocupa sin embargo la acción violenta de sujetos provenientes de las sectas racistas para interrumpir y entorpecer las reuniones de organizaciones tales como las Juntas de Educación, herramientas claves para la expresión de la comunidad en el área educativa. Esta es la táctica que están utilizando los fascistas para obstruir procesos democráticos y continuarán haciéndolo como parte del embrollo, enredos, y marañas trompistas.
Conozco de primera mano lo que es un golpe de estado y la acción de fanáticos ultraderechistas que no trepidan en utilizar la violencia, la tortura y el asesinato para lograr sus objetivos de proteger a los sectores acaudalados especialistas en explotar a otros.
Por esto, solamente las movilizaciones para apoyar los derechos de los trabajadores, obedecer las instrucciones para protegernos de las variantes de las epidemias, y denunciar permanentemente los intentos de los enamorados del despotismo y la represión para llevarlos al lugar que se merecen.
La buena noticia es que en Texas donde está vivo y coleando un gobernador racista y partidarios de una guerra de secesión, se contó con un 40% del voto democrático lo que demuestra que hay fuerzas que obstruyen democráticamente al racismo rampante.
Sigamos delante de una manera optimista en un 2022 que se presenta difícil. ¡Ahora, a detener el racismo y luchar por los derechos electorales!