Tía Julia
Con mi esposo Ruperto viajamos a este país para hacer realidad el sueño americano, que en realidad y ahora, debiéramos y sin exagerar llamar “el insomnio estadounidense.”
Por muchos años luchamos en mi recordado país por lograr una visa que nos permitiera trabajar y desarrollarnos como empresarios ya que nos agradan los negocios y veíamos la posibilidad de expandir nuestros horizontes en Connecticut. ¿Cómo la ve?
Finalmente viajamos con todas las de la ley y de inmediato vimos en Hartford la posibilidad de crecer como comerciantes. Traíamos un capitalito y logramos comprar una bodeguita 24 horas en la Hillside Avenue, aunque nos habían advertido que sobrevivir allí comercialmente era tan difícil que hacer gárgaras boca abajo.
Pero se equivocaron porque el vecindario era de gente que se fajaba trabajando y estaba cerca de una escuela donde venían padres, estudiantes e incluso maestros a comer alcapurrias y pastelillos.
Para nuestra sorpresa no han sido tanto los cañoneros, tecatines, ni ladrones quienes nos preocupaban; sino que el sistema de impuestos que no nos dejaba respirar. Al principio tratamos de lidiar con este lío, pero después nos exigieron un sistema de seguridad con cámaras que eran más caro que un pasaje a Puerto Rico en época de Navidades.
De un tiempo a esta parte querida tía, y especialmente con esta cosa de la deuda de los Estados Unidos, los platillos voladores, y los abogados del Trump donde los más ricos no pagan casi nada, somos nuevamente nosotros los pequeños comerciantes y la clase media los que continuamos sosteniendo a esta sociedad. Ruperto se ha ido atribulando y se me ha puesto más amargo que un estofado de jengibre.
Por ejemplo, le ha dado por pellizcarse el dedo del medio en público en el mismo lugar al punto que se ha herido, poro continúa con la misma vaina provocándose dolor. Se me ha puesto muy dormilón y si usted me pregunta desde cuando no hay romance entre nosotros, escaso.
Con los impuestos a los automóviles, y el alza de los productos de primera necesidad, se nos están acabando los ahorros y hemos tratado de no pedir préstamos ya que a la larga nos comen los intereses ya que los bancos nunca pierden y ya ve usted ese que se fue a ajuste y al que el presidente Biden no le va a ayudar porque estaría del mero.
Pero ahora Ruperto, mi esposo, ha adquirido fuerzas tomando Vitamina B y quiere candidatearse para congresista y presentar propuestas de ley como las que enumero.
Los cachorros, sean gatos, perritos e incluso aves, pasarían a ser considerados como dependientes tales como hijos o hijas y de este modo habría un alivio en los impuestos de quienes adoptan gatitos o perritos con fines terapéuticos.
Se establecería un Seguro Nacional para Cachorros (SNC) que nos ayudaría a pagar las cifras que cobran los veterinarios donde una intervención quirúrgica de un gatito sale más cara que un trasplante de ojo. Tenemos un gatito y por una vacuna nos cobraron $247 billetes.
Los que paguemos impuestos podríamos elegir donde queremos que vayan nuestras contribuciones y enumero: A. Defensa/ofensa B. Educación C. Creación de trabajos en el área de la energía limpia D. Viajes al universo. E. Incentivos para las bibliotecas F. Creación de espacios de cultura en los barrios. G. Atención de Salud gratuita.
¿Cómo la ve? Ya tenemos el lema de campaña “Vote por Ruperto y pague menos Impuesto.”
Le escribo para saber su punto de vista ya que con mi esposo acordamos leer con atención lo que usted nos diga.
Con cariño y esperanzas profunda,
Guadalupe
Respuesta
Guadalupe:
No sabes tu como me agita el motorcito leer cartas como la de ustedes, personas de bien, dueños de cachorritos que mantienen a una familia y lo están pasando tan mal, y es que es cierto; los que pagamos impuestos en este país somos nosotros, mientras que los señorones y señoronas que hasta se dan el lujo de elegir congresistas tales como el mentiroso de George Santos, Ted Cruz y la insana Marjorie Green “Inmadura” Taylor siguen mintiendo o hablando de cosas que no se ven.
Un amigo mío que es medio poeta y a quien en Juncos le dicen el “Mellao Divino,” me decía que lo que sucede en esta sociedad es como ver a miles de personas sosteniendo una gran plataforma en cuya superficie se han instalado 20 gigantes tamaño King Kong con camisa blanca y chalina de lazo más pesados que una sopa de tuercas.
Los paquidermos se mueven constantemente comiendo bueno, libando coñac, bailando y provocando así más pesar y dolor de espaldas a quienes sostienen la plataforma. Algunos de los que cargan gritan, ruegan y reclaman para que se bajen los pesados, otros les exigen que no chaven más, pero nada. En la Rusia de Putin se les llama los potentados y viven en yates.
La gran moraleja de este cuentito es que los que sostienen la plataforma debieran decidir no sostener más la plataforma para que los dinosaurios se bajen. En la realidad querida Guadalupe, lo que sucede en este país y también en Chile, Argentina, Brasil y Perú entre otros, es que los gigantes malévolos, usualmente blanquitos, siguen instalados cómodamente en la plataforma mientras que la gente chiquita debemos sostenerlos cada día.
La idea de Froilán me parece llamativa, novedosa, seductora, fascinante y atractiva para millones de nosotros y especialmente para los adultos mayores para quienes los cachorros son a veces su única compañía porque los hijitos e hijitas para lo que sirven es para traerles los nietos y nietas para que se los cuiden.
Un amigo me envió un poema después de que los republicanos con los cabilderos de corporaciones se salieron con la suya y no sueltan el billete para ayudar al prójimo. Te debo advertir que el lenguaje de los versos es llano y se hizo para ser cantado como un mapeyé.
¿Hasta cuándo chavan?
Otra vez nos crucifican,
Señorones del Congreso,
Sus amos jamás pagan eso,
Que nosotros pagamos cada día.
Cuando compramos comía,
Y una librita de arroz,
Un cigarrito, la leche,
Y a veces un numerito,
Se nos van ya los chavitos,
nos cobran impuestos malditos
Que no pagan los riquitos.
Como te decía, estos son unos versos más ásperos que lengua de gato, pero reflejan en gran medida como se siente el que sobrevive en su trabajito y que, debido a los aprovechadores, tendrán que soportar en un futuro cercano una serie de cortes a programas de salud y educación como sucede en Hartford donde el sistema escolar público sufre pero el gran tiburón crece.
Déjame saber los planes políticos de Ruperto.
Tu Tía que les admira
Comentarios a los Consejos de la Tía Julia.
Con mis hijos Malaquías, Tadeo y Elizabeth estamos preocupados por el anuncio de Donald Trump de perdonar a los que el seis de enero del 2021 deseaban destruir lo que queda de democracia y perpetuarlo en el poder con la Dinastía Trompín, que hace verso con la de Putin. La sedición se debe pagar con más penas de cárcel para que les duela y aprendan. Tulio de Springfield, el jibarito de Las Piedras.