Por Paul Bass
¡Por favor Less, no te vayas!, le rogó Sandy Mesquita a su hija.
Eso fue el domingo en la noche. Sandy, una enfermera de servicio domiciliario, acababa de volver a casa del trabajo. “Less”, Alessia Mesquita, segunda hija de Sandy tenía un bolso preparado para su propia hija de 1 año junto con su asiento para el coche.
“¿Dónde vas?” le preguntó Sandy.
“Ya vuelvo. Voy a Target”.
Alessia estaba esperando que R, el padre de su hija, les recogiera.
Alessia había venido con su hija tres días antes, para quedarse con Sandy en su casa, ubicada en Lexington Avenue, en Fair Haven Heights.
Sandy siempre estaba tratando de que Alessia se alejara de R. Para estar lejos de cualquier violencia. Para alejarse de un hombre que Sandy sentía que estaba destruyendo la vida de su comprensiva y alegre hija.
“Lo siento mamá”, le había dicho Alessia a primera hora del domingo, en una de sus constantes conversaciones sobre por qué ella seguía con un hombre que la maltrataba y que, según Sandy, en una ocasión llegó a secuestrar a Alessia con su bebé tras disparar a la antigua compañera de piso de Alessia.
“Sé que te enojas por eso”, le dijo Alessia. “No puedo evitarlo. Él me da pena”.
Alessia y su bebe, se fueron con R. Esa fue la última vez que Sandy vio a Alessia con vida.
A la mañana siguiente, a las 9:19, Sandy y otras personas de Fair Haven Heights, contemplaron el cuerpo sin vida de Alessia en la esquina de las calles Clifton y Lenox.
Less había sido asesinada a tiros, repetidamente, en la cabeza y el torso. Tenía 28 años.
6 días, 2 homicidios en el ámbito doméstico
Con la ayuda de los vecinos, la policía atrapó más tarde a R. Dijeron que le había disparado a Alessia, y luego huyó en un coche con el bebé.
El bebé, físicamente sin lesiones, estaba con él cuando la policía los encontró en Eastern Street. R fue detenido originalmente con una fianza de 250.000 dólares, en relación con un cargo de agresión en primer grado, vinculado al tiroteo anteriormente perpetrado contra la antigua compañera de piso de Alessia.
El martes fue acusado de asesinato, riesgo de lesiones a un menor y posesión criminal de un arma de fuego, todo ello en relación con el asesinato de Alessia.
El tribunal le fijó una fianza de 3 millones de dólares. (Nota: The Independent, como norma, no revela los nombres de acusados de delitos en casos no juzgados, a menos que tengamos la versión de su historia o si hay un propósito público apremiante, como enfrentar una amenaza a la seguridad pública).
Fue el segundo homicidio contra una mujer en New Haven en menos de una semana, el noveno homicidio ya en 2021, una época de pérdidas indescriptibles, que se suma a las pérdidas históricas de una pandemia de salud pública que ha durado un año.
Covid-19 ha provocado, por diversas razones, un aumento de la violencia doméstica, según Paola Serrecchia, que trabaja a diario con las víctimas de la violencia doméstica, como directora del Centro de Justicia Familiar BH Care Hope de New Haven.
De entrada, algunos servicios se proporcionan a distancia, y las víctimas no siempre se conectan tan fácilmente. Dwaneia Alexandria Turner, que fue asesinada a tiros el 16 de marzo en un incidente relacionado con la violencia doméstica del mismo sexo, había estado recibiendo ayuda del Centro Familiar antes de su muerte, según Serrecchia.
“ Ella lo estaba haciendo bien. Estábamos muy orgullosos de ella. Realmente se había convertido en una luchadora. Pero debido a Covid, es mucho más difícil. El Centro había estado físicamente abierto. Así que ella no venía”.
Alessia Mesquita, una hija del Hill de 28 años, conocida a lo largo de su vida como una amiga, hermana, hija y madre cariñosa, generosa y optimista, no había buscado ayuda en el Centro de Justicia Familiar.
Su familia sabía de su situación y trató de frenar una espiral que efectivamente terminó de forma trágica.
El padrastro de Alessia, Rico Little, describió los continuos ruegos que se le hacían para que dejara a R.
“Hasta el día de su muerte, le decíamos: ‘No es la persona apropiada para ti. No creemos que debas estar cerca de él’”, recordó Little el martes.
Alessia respondía: “Lo sé. Sólo quiero ayudarle. Ayudarle a entrar en un programa. No fui criada así, como para abandonar a alguien que necesita ayuda”.
“Ella era6 una protectora. Quería curarlo. Ella consideraba que lo conocía mejor”, dijo Serrecchia.
“A veces, en estas relaciones de maltrato, el cuidador suele ser la víctima de la violencia doméstica. La persona a la que intentan cuidar es su maltratador. Los reconocen cuando son gentiles y amables con ellos. Los reconocen cuando son abusivos con ellos. A veces creen que pueden ayudar a solucionar el problema”.
“Algo pasó”
Alessia siempre se caracterizó por ser una persona que se preocupaba por los demás. Creció en City Point, en la avenida Howard, en la casa que los padres de Sandy compraron después de mudarse aquí, desde Portugal, cuando Sandy era joven.
Sandy crió luego a su propia familia en la casa. Alessia fue la segunda de ocho hijos.
Griselle McFadden, una amiga íntima de la familia, que vivía en la casa de al lado y ha estado presente en la vida de la familia, recordaba a Alessia en el patio trasero vigilando a sus hermanos pequeños.
“Era protectora. Siempre era como la madre “, recordaba McFadden.
“Era una joven tierna. Estaba llena de vida. No tenía miedo. Tenía esa personalidad que no importaba lo que se le presentara, nada era malo. Sonreía a todas las cosas. Era juguetona”.
Eso siguió cuando se hizo adulta. El padrastro Little y la madre, Sandy, hablaron de cómo Alessia ayudó a cuidar a sus abuelos ancianos para que pudieran seguir viviendo en casa, de cómo cuidó a otros cuando sus abuelos murieron. Cómo se metió a fondo en la iglesia en los últimos años. Y, sobre todo, cómo asumió el hecho de ser madre.
“Era una persona cariñosa. Amaba a sus hijos. Le encantaba pasar tiempo con sus hijos. Era simplemente alguien a quien le apasionaba ayudar a los demás.Te levantaba el ánimo si tenías un mal día y te animaba a que las cosas mejoraran”, dijo Little. Cada mañana podía contar con los mensajes de Less, que le recordaban: “Papá, te quiero. Espero que tengas un buen día”.
Alessia se separó hace tres años del padre de su hijo Joseph. (Todavía estaban en proceso de divorcio en el momento de su muerte el lunes). Se mudó a un apartamento con amistades en West Haven.
Tenía un buen trabajo, como asistente médica en Endocrine Associates en Branford.
Hace dos años se relacionó sentimentalmente con R. Fue entonces cuando empezaron los problemas, según la madre, Sandy.
Según la base de datos judicial del estado, R tenía antecedentes penales: Fue condenado a un año de prisión en 2016, tras declararse culpable de un cargo de agresión en tercer grado; a otros seis años en 2016, (suspendidos tras 15 meses), por un cargo de estupefacientes; a cinco años en 2012, (suspendidos), por otro cargo de estupefacientes; y a 22 meses en 2012, tras declararse culpable de un cargo de delito grave por portar una pistola sin permiso.
Sandy dijo que R y Alessia discutían a menudo y que él maltrataba verbalmente a su hija. Ella sentía que su hija debía alejarse de él, y así se lo hizo saber.
Una noche, cuando Alessia estaba embarazada del bebé de la pareja, R y Alessia tuvieron una de esas discusiones, en el apartamento de West Haven.
Una compañera de habitación intentó intervenir. Según Sandy, R disparó a la compañera de habitación en el brazo y luego agarró a Alessia. Robó el carro del novio de la compañera y se marchó. Se notificó a la policía, que salió a buscar el carro.
Estando en el carro, Alessia envió un mensaje de texto a Sandy.
“Ha pasado algo”, recordó Sandy que le mandó su hija en un mensaje de texto.
“Pon el rastreador en tu teléfono”, recordaba Sandy que le contestó al mensaje.
“Por favor, no hagas ninguna locura. Él tiene un arma”, Sandy recordó haber escrito a Alessia.
Sandy notificó la desaparición de su hija.
La policía localizó el coche en el barrio de Beaver Hills de New Haven. Sandy fue al lugar de los hechos. Alessia no estaba allí; había escapado.
Posteriormente, se emitió la orden de arresto por agresión en primer grado contra R. Pero no se cumplió.
Último escape
Aun después de todo, Alessia permaneció con R. Siguieron discutiendo. Sandy y los demás le suplicaban que lo dejara.
Alessia fue despedida de su trabajo cuando Covid cerró la oficina. Cuando se reabrió, volvió a trabajar. Pero a menudo faltaba al trabajo por sus problemas con R, según Sandy.
La hacía llegar tarde o le quitaba el carro cuando lo necesitaba. La clínica finalmente tuvo que despedirla.
“Alessia era una persona muy buena, que se enfrentó con valentía a muchos retos este último año, tratando de cuidar a sus hijos. Nos sentimos profundamente afectados al enterarnos de su fallecimiento y horrorizados por la forma en que se produjo. Nuestros sentimientos están con su familia en estos momentos tan difíciles”, declaró la clínica en un mensaje de correo electrónico el martes.
La policía de New Haven arrestó a R en enero debido a una orden de detención relacionada con un caso de violencia doméstica de 2020 que involucraba a otra mujer.
Según personas familiarizadas con el caso, el Estado acabó retirando los cargos por falta de pruebas que pudieran presentarse ante el tribunal, un problema habitual.
Mientras tanto, Alessia seguía temiendo por su vida, según Sandy.
Sandy recobró la esperanza el pasado jueves, cuando Alessia le envió un mensaje de texto. Alessia se estaba quedando con R en la casa de la madre de R en Wallingford.
Según Sandy, el texto decía: “ Estoy lista. Estoy lista para irme. No puedo soportar más esto”. Sandy fue a buscar a su hija, pero R mantuvo la puerta cerrada y no la dejó salir, dijo Sandy.
Poco después, una de las hermanas de R llevó a Alessia a la casa de Sandy en Fair Haven Heights. Allí se quedó Alessia hasta que decidió ir con R a Target en un paseo nocturno de domingo.
No es raro que las víctimas de la violencia doméstica vuelvan con quien les maltrata, observó Paola Serrecchia. “Las amenazas se convierten en algo normal en situaciones abusivas y poco saludables. La mayoría de la gente suele quedarse”, dijo Serrecchia el martes. “El momento más peligroso es cuando intentan marcharse, como hemos visto con este incidente”.
Alessia le dijo a Sandy que volvería pronto cuando se marchó el domingo por la noche.
Alessia no regresó esa noche.
Sandy no volvió a saber de Alessia. La próxima vez que la vio, fue amortajada, tendida en la calle el lunes por la mañana.
Los vecinos informaron de que oyeron disparos y vieron cómo un hombre sacaba a Alessia del coche, y la tiroteaba, la dejaba en el suelo y se alejaba a toda velocidad.
Sandy cree que su hija fue efectivamente a Target el domingo por la noche. En efecto, se encontraron bolsas de Target en la escena del asesinato.