Consulta
Tía querida y admirada:
Mi esposo que es muy tímido y más callado que la letra “h,” ha estado pensando en los cambios de los modales y las buenas costumbres con estos de la máscara y los desinfectantes. El otro día fuimos a un bautizo con máscara y vimos a un muchacho manganzón que tenía su máscara de la cual colgaba un fideo.
Otra muchacha que trabajaba en un restaurante me contó que por falta de tiempo y debido al cansancio por el exceso de horas de trabajo, usaba la misma máscara y el delantal por dos semanas y como éstos eran de color oscuro, nadie se fijaba, aunque yo lo noté y me produjo un sentimiento de aversión y asco intenso.
En la misma fiesta un señor le dio la mano al dueño de casa y pa’seguida se echó desinfectante, mientras que otra señora antes de usar el tenedor y el cuchillo para comerse una chuleta la desinfectó con cloro que traía en la cartera dejando un olor de sala a emergencia que me entumeció las entrañas. ¡Hayyyy!
Por este motivo y llegando al sagrado seno del hogar, Jacinto, que es el nombre de mi media naranja, más bien dicho mi medio naranjo, se fue a la computadora con una serie de recomendaciones que tituló “El manual de las Buenas Costumbres y el caso de las Máscaras y de los Desinfectantes.” Lo leí con detención y detenimiento sumo y lo felicité, aunque en el pasado le había criticado cuando escribió una serie de consejos que le envío a la Sultana de la radio que se refería a formas de ahorrar energías.
Bueno y para no distraerla de otras consultas, le envío un segmento del Manual de las buenas Costumbres con respecto a las máscaras y esta cosa de los desinfectantes los cuales ya me tienen los dos lados hinchados. Helos aquí, tía.
“No uses la máscara cuando tomes sopa porque te puede chorrear el líquido en la camisa que te acaba de lavar tu mujer.
Si estas en una cena, no comas poniéndote y sacándote la máscara cada vez que te metas un trozo de bacalao con ñame en las fauces y hables.
Cuando vayas al servicio sanitario para el número 2, déjate la máscara para que no te intoxiques con los gases nauseabundos.
Si a alguien en la lavandería se le ha olvidado ponerse la máscara dile en un tono afectuoso y con respeto, señor el usar la máscara le protegerá de los olores y peligros de virus de ropa sucia ajena. No se le ocurra hablarle de un modo estrujado diciéndole, y tu degenerado ¿no has escuchado los consejos del Dr. Fauci? ¡cúbrete la tarasca ahora mismo que te apestan las muelas!
Si vas a un funeral es recomendable usar una máscara de color negro y evitar colores vivos.
Si participas en un matrimonio, especialmente si eres la novia o el novio, usa una máscara blanca o con colores de esperanza, como el verde.
No escupas cuando tengas la mascarilla puesta porque es repulsivo.
Si estornudas o toses estando con la máscara vete al lavamanos y la enjuagas con el desinfectante que usa Trump para hacer gárgaras y lavarse el pelo que le queda.
No uses lápiz labial color rojo si usas máscara de color blanco porque al mancharse causará mala impresión y espantará a la gente pensando que es otra plaga.
No regales máscaras, salvo que estén dentro de envoltorios sellados.
¿Querida tía, que le parecen estas recomendaciones? Hay una que Jacinto recomienda para el invierno y es la de usar lana de alpaca, pero hace dificultoso respirar.
Le agradeceré su opinión acerca de este aporte de mi esposo a la decencia y a las buenas costumbres en estos tiempos de confusión, convenciones políticas, líos con el correo, y otras desgracias.
Victoriana
Querida Vito,
Lo de la Pandemia está produciendo una verdadera revolución social y cultural para la cual no estábamos preparados.
Previo a la llegada de la plaga, los que usaban máscaras eran los asaltantes de camino y ladrones de cuatro esquinas, pero ahora algunos bandoleros políticos no la utilizan. Las fiestas desenmascaradas son peligrosas e incluso los servicios funerarios si es que no hay distanciamiento. Leía que en Texas donde sus habitantes parecen estar afectados por el agua y hacen cosas extrañas, hubo un matrimonio al que asistieron 53 personas sin máscara que bailaron merengue, rancheras y quebraditas. Posteriormente informaron que 17 de los asistentes, incluso el Pastor están graves, y la madrina falleció.
Es que la gente no se cuida…
Los manuales de etiqueta social dictan normas de comportamiento, protocolos y buenos modales. Aunque las prácticas de comportamiento no están escritas existen y lo hacemos ya de una manera habitual como es responder el teléfono, dar el paso a una dama, no hablar con la boca llena de linguini con salsa picante, ofrecer el asiento a un adulto mayor en el bus, y otras como no escupir en la calle, cuestión que de acuerdo con lo que he notado, mucha gente continúa haciendo en áreas concurridísimas del Green.
Lo que inspiró a Jacinto con lo de las máscaras, desinfectantes y el distanciamiento social es muy cierto. La recomendación tan simple e importante como el uso de las máscaras en el ambiente de jóvenes y estudiantes será una caminata cuesta arriba ya que los nenes y nenas de ahora son más difíciles que una extracción de la muela del juicio.
Lamentablemente para los escépticos y porfiados y porfiadas amigos y amigas de bebelatas, fiestas con toqueteos, besos lingüísticos, baile y bulla; el futuro lo veo difícil para su sobrevivencia en colegios y universidades. Lo que sucede Vito es que, desde su fundación, los recintos universitarios eran para estudiar, reflexionar y prepararse para ser profesionales, pero hasta el 2019 lo que había allí era mucho relajo con las fraternidades con letras griegas organizadoras de orgias y el vil aprendizaje de una vida libertina e inmoral.
Sé que mis críticos me llamarán obsoleta y enemiga de lo “cool,” pero la nueva generación tiene mucho que aprender y nos están arriesgando.
Jacinto puede publicar lo que desee en esta época en que todos los que han estado cerca del presidente en la Casa Blanca desean hacerse de algún dinero escribiendo libros. Uno de sus agentes secretos Johnny Petruisky de Estonia, prepara en la actualidad un mamotreto intitulado, “Lo que vi de Trump twitteando en el retrete.”
Cuídense mucho y vivid con precaución y cordura, aunque cueste.
Tía Julia