Rosamel Figueroa-Cruz ha visto la careta del pelo de orín en medio de una ceremonia de juramentación donde están el Chaman Cornudo, Steve Bannon, Roger Stone, el Ted Cruz y otros de sus infames prosélitos.
En las aposentadurías de honor esta la flor y nata de la requería del país, el embajador ruso Nicolai Katiuska, Bolsonaro, Sebastián Pellera, y representantes del neofascismo internacional, incluido lideres neonazis de varios países del orbe.
En el frontis del edificio del Congreso en Washington D.C. han colocado un espectacular cartel que reza, “Welcome to the Patriots/Trump Party” y miles de individuos vestidos con trajes de combate y fuertemente armados con un brazalete con las iniciales PTP y una calavera, vigilan desde puntos estratégicos del palacio. Un coro de jóvenes uniformados con trajes de color marrón, están entonando acompañados por una banda escolar el nuevo himno de los Estados Unidos que comienza con los versos “Somos blanquitos forever.”
A su rededor, el presidente que ha impuesto su reelección como el mandatario número cuarenta y seis, se observa a sus hijo Eric y Donald Jr. vestido con atuendos de cazadores de leones y rifles con mira telescópica, su hija Ivanka que luce una corona de princesa, y en un rincón la primera dama con su hijo Barrón al que han vestido con un traje de príncipe.
Al fatídico sonido de un cuerno medieval, ha ingresado a la tribuna el vejete Giuliani con la toga de presidente de la Corte Suprema quien va a administrar la ceremonia de juramentación del presidente que ha solicitado que desde ese momento en adelante se le denomine “Supremo Líder Protector” o SLP.
El vejete dientudo le ha pedido al protector que ponga su mano chica sobre un voluminoso libro en cuya portada se lee la palabra “Mi Lucha, o 40 meses en contra de los Demos y los Socialistas,” cuyas tapas son de cuero de leopardo con estampas de oro. Mientras suena nuevamente el cuerno medieval que hace sonar el chaman cornudo, el vejete con los ojos inyectados de avaricia y gozo le pide al Supremo Protector que diga esta breve frase.
“Juro por mi padre e Ivankita que seré implacable con los enemigos del primer Reich.” “Felicitaciones Protector” dicen los presentes que se han puesto de pie y le saludan al estilo del ejercito romano cuando llegaba el Julio Cesar.
Las hordas que observan la ceremonia han disparado hacia el cielo casi al unísono sus pistolas, ametralladoras, y rifles de combate saludando el ascenso del Super Protector que, envuelto en una capa carmesí, saluda con su mejor sonrisa a sus seguidores, aduladores, y mequetrefes, mostrando los dientes incisivos implantados hechos de titanio blanco.
El Protector se prepara para su discurso de aceptación mientras que, entre la denigrante y vil audiencia, unos jóvenes muy blancos reparten una hoja cuyo texto está encabezado por la palabras “Wanted” con una lista con fotos de personas que encabezan Nancy Pelosi, Joe Biden, Kamala Harris, y líderes demócratas y republicanos que han pasado a la clandestinidad. Rosamel alcanza a ver su nombre en la listita y sus piernas han dado un brinco que ha despertado a su esposa Marquelia quien le ha metido un buen codazo en las costillas que le ha despertado. “No te tomaste las pastillas de suplemento de hierro so cabezón y ya me tienes las batatas de color purpura,” le ha dicho su media naranja y con razón.
Rosamel, respira de una forma acelerada semejante a una locomotora, le suda profusamente la cara y la espalda, y le tiembla la mandíbula inferior como si le estuviera atacando el segundo Covis-19.
Finalmente se ha calmado y en su celular mira la hora: cuatro de la mañana del jueves 21 de enero. Acomodando su cabeza en la almohada “Rebueno,” abraza a su esposa y ahora después de tragarse dos pastillas de color verde, se duerme tranquilo aun acosado por las imágenes funestas de la tremenda pesadilla. Es que los 48 meses del que se fue, fueron sin duda traumáticos y letales.