No es un secreto ni a nadie sorprende que la situación para los maestros y maestras enseñando en las escuelas de Hartford se haya hecho cada año más difícil.
De acuerdo a las estadísticas que provee la sección on-line de la Junta, el sistema tendría 39 escuelas públicas con un total de 16,809 estudiantes de los cuales un 55% son latinos, un 29% pertenecen a la raza negra, un 8% de niños son de la raza blanca y un 5% son estudiantes asiáticos.
Sin embargo, otro factor para tomar en cuenta es el hecho de que un 40% de esta población ha sido identificada como estudiantes provenientes de familias elegibles para recibir cupones de alimentos y de este modo subsidiar las necesidades básicas de alimentación.
Pero aun es más importante destacar que un porcentaje importante de estudiantes todavía requieren asistencia especial para aprender en el idioma inglés y que ya no existe el programa bilingüe que proveía una enseñanza en los dos idiomas hasta que el niño o joven podía dominar el nuevo idioma. El programa era exitoso pero los políticos lo eliminaron siendo el exalcalde Eddie Pérez quien terminó por sepultarlo.
Estos factores, incluidos la creciente cantidad de estudiantes afectado por autismo, dificultades de aprendizaje debido a problemas en la expresión oral y escrita, dificultades para comportarse en un salón de clases, diagnósticos de problemas emocionales y conducta, hacen de la labor de quien se presenta frente a estudiantes en un salón de clases no sea una tarea fácil. Para cumplir esta función se requiere de una maestría en educación y aprobar un examen estatal. Es que no es llegar y enseñar en un sistema escolar como el de la ciudad capital de Connecticut.
Los maestros de los sistemas escolares de Hartford, New Haven, Bridgeport, New Britain y Waterbury, entre otros, luchan para proveer servicios, pero estos nunca serán suficientes porque hay niños y jóvenes que ya en los grados de Kindergarten muestran serios problemas de comportamiento y aprendizaje.
Una maestra de la escuela Burns decía que en su salón había estudiantes con severos problemas de atención para el cual se habían solicitado servicios de consejería y la recomendación a los padres para que llevaran al joven al pediatra para recibir un diagnóstico y posibles tratamientos.
“En las reuniones de evaluación de estos casos se nos prohibía utilizar ni sugerir la palabra ‘medicamentos’ y por lo tanto los referidos a pediatras y su seguimiento tenían que ser responsabilidad de los padres que podían o no aceptar medicinas para ayudar a que el estudiante pudiese concentrarse y aprender,” dijo Mary quien relataba como este niño de 11 años de un modo imprevisto e impulsivo saltaba diariamente encima del escritorio y comenzaba a bailar o sacando dos baquetas para tocar instrumentos de percusión interrumpía las clases donde otros 14 estudiantes trataban de aprender.
Los padres nunca aceptaron el diagnóstico del pediatra ni su tratamiento y por lo tanto Mary llamaba al trabajador social, al guardia de seguridad o a los padres lo cual conllevaba más distracciones. Usualmente no perdía el tiempo llamando al principal o a la vice principal por el temor a recibir una mala evaluación.
Según Mary, solicitar a una ayudante para niños y niñas que requirieran atención individual que acompañara al estudiante en las clases, constituía un lujo y entonces la responsabilidad de los fracasos caía sobre la maestra.
Así como Mary que después de dos años no regresó al sistema, se han ido produciendo la renuncia de decenas de otros maestros y maestras quienes han buscado un futuro mejor con más apoyo en sistemas escolares de los suburbios o en CREC. Cabe recordar también que hay cientos de maestros en Connecticut que se han ido jubilando y no hay suficientes reemplazos.
Ahora el sistema escolar de nuestra ciudad acusa un significativo déficit de maestros y maestras, pero también de maestros substitutos y para profesionales.
Una de las vacantes importantes para aliviar el trabajo del educador es la ayuda de para profesionales especializados en educación especial. Las autoridades informaron que hay una cantidad de 79 vacantes de estos empleados POR MES y hay dificultades para mantener el aporte de maestros substitutos que deben reemplazar, lo cual no es tarea fácil, a maestros o maestras que ya en el semestre de primavera de un año escolar son afectados por el proceso de agotamiento físico y emocional.
Hoy el sistema escolar de Hartford está en una crisis profunda y para muchos analistas, la situación creada por la pandemia Covid-19 fue ciertamente un elemento precipitador de estos problemas y esto es entendible, pero las dificultades y prácticamente la bancarrota del sistema escolar era ya previsible desde hace décadas.
Por este motivo el gasto de 2.5 millones de dólares del presupuesto escolar para pagarle a una compañía con base en el estado de Tennessee que ayude a reclutar y retener maestros y maestras, además de para profesionales, ha sido criticada por lideres de la Asociación de Maestros de Connecticut y padres que también se sorprendieron ante un déficit de 24 millones de dólares para el año escolar 2023-2024.
¿Y que ha hecho, hace y hará la Oficina de Administración de Talentos cuya jefa es Tiffani Curtis? ¿No es su tarea la de reclutar talentos y mantenerlos en el sistema?
Para Yolanda Williams, una madre que asistió a la reunión donde recibió las noticias acerca de Tennessee, la tarea de reclutar y retener a nuevos maestros es parte de las funciones de los principales que entrevistan y evalúan candidatos, además de contactar a universidades para invitar a nuevos graduados.
Lamentablemente los administradores de escuelas no asumen estas tareas y usualmente delegan responsabilidades a sus vice principales, especialmente en cuestiones de disciplina.
Recuerdo un caso de un principal que tomaba en serio su trabajo de reclutar nuevos maestros y retenerlos. Este profesional lamentablemente ya jubilado, anunciaba las posiciones disponibles a través de los medios de comunicación social y en casos de personas que vinieran fuera del distrito, especialmente solteros o solteras, se preocupaba de ayudarles a localizar viviendas y personalmente llevarlos a conocer el vecindario que rodeaba al recinto escolar.
El problema del sistema escolar de Hartford continuará sin una solución a largo plazo porque no existe por parte de la burocracia de la Junta de Educación una visión integradora que reúna a padres, agencias de la comunidad, estudiantes y lideres de padres y maestros para discutir de un modo respetuoso y productivo lo que ahora es un callejón sin salida.
Es que ha existido una cultura inquisidora alimentada por políticos demagogos de utilizar a otros padres y abogados para acosar la labor del educador sin entender las limitaciones del sistema y sin asumir sus propias responsabilidades. Culpar es fácil, pero resolver es lo importante.
Cuando no hay una visión estratégica a largo plazo, los sistemas viven de sorpresa en sorpresa y emergencia tras emergencia.
Sorpresa ha sido el retraso en la renovación de la escuela superior Bulkeley. sorpresa ha sido el déficit de 24 millones de dólares para el año escolar 2023/2024, sorpresa son los altos salarios para la burocracia de la Junta reportada por el periódico Hartford Courant, sorpresa es el enorme éxodo de maestros, para profesionales y especialistas en educación especial en los números que AHORA comparten los funcionarios de la Junta. Sorpresa es en definitiva, que funcionarios con o sin PhD o el cartelito de administradores incluida la superintendenta, no hayan definido metas y previsto las causas de una lamentable inundación que no se produce en el sótano del edificio, sino que en el mal estado del techo.