Ecuador es una república sudamericana democrática con fronteras con Colombia, el Perú y Brasil y una población de 18 millones de habitantes con su capital Quito, localizada en la región andina y una segunda gran metrópoli en Guayaquil con acceso al mar.
Hoy esta nación cuna de culturas ancestrales y en el pasado un magneto para jubilados estadounidenses dada la seguridad, belleza y tranquilidad del país, está sumida en una profunda crisis que ha obligado al nuevo gobierno del presidente Daniel Novoa a declarar el estado de excepción y movilizar a tropas de las fuerzas armadas ecuatorianas para establecer el orden y la paz social amenazada por pandillas conectadas con el tráfico internacional de drogas.
Los esfuerzos del nuevo presidente arrestando a líderes de unas 20 pandillas que operan en la nación, recibió respuestas que ponen en jaque el control de la república.
Una de las primeras medidas del nuevo presidente fue enviar a sus países de origen a unos 1,500 delincuentes extranjeros provenientes de Venezuela, Perú y Colombia involucrados en actividad criminal. Otra medida fue arrestar a unos 300 delincuentes pandilleros algunos pertenecientes a la pandilla de los Honeros con contactos con el peligroso cartel internacional de Sinaloa.
Los capos de las pandillas que aun estando encarcelados a través de coimas prácticamente dirigían las acciones de los grupos de pandilleros, se coordinaron para llevar a cabo una rebelión en cárceles localizadas en Azuay, Cañar, Tungurahua, Cotopazi y Napo, tomando como rehenes a unos 125 guardias penales y al personal administrativo. El objetivo de la revuelta era obligar a las autoridades a poner en libertad a los delincuentes y llamó la atención internacional el atrevimiento y osadía de los motines para canjear a los rehenes por capos del delito organizado.
Las celdas de los cabecillas en prisión se habían transformado en cuarteles generales donde los jefes del tráfico de estupefacientes contaban con decenas de teléfonos celulares, mensajeros, mapas y data que les ayudaban a dirigir a control remoto sus fechorías que significaba la labor de sicarios y coordinación de traficantes que distribuían la droga.
El primer mandatario ecuatoriano asumió el poder después del un proceso eleccionario que se realizó hace solamente dos meses y de inmediato tuvo que enfrentarse con la creciente amenaza de pandillas.
El peligro de los actos criminales que corroía la paz social y que enfrentó el nuevo presidente llegaron a un punto inconcebible que demuestra el increíble control de las pandillas en el país ecuatoriano.
Y como un botón de muestra de esta situación casi apocalíptica de intranquilidad cívica y social que atraviesa el Ecuador, este martes recién pasado sujetos enmascarados y armados interrumpieron las transmisiones en vivo de un canal de televisión amenazando con represalias si es que el gobierno continuaba trasladando a presos a prisiones de más alta seguridad donde sus actividades clandestinas serían estrictamente eliminadas.
Residentes en Connecticut de la comunidad ecuatoriana han manifestado que el problema actual se arrastra desde los gobiernos de los pasados presidentes Lenin Moreno y Guillermo Lasso que no tomaron las medidas restrictivas necesaria y que cometieron el error de negociar treguas de paz con los cabecillas de las pandillas traficantes de drogas.
Una situación semejante vivía la republica centro americana de El Salvador donde habían llegado pandilleros expulsados desde California, Estados Unidos, quienes ya en su país de origen resucitaron y continuaron la acción criminal en esa república centroamericana.
En este país asumió como presidente Nayib Bukele quien había prometido en su campaña electoral declarar la guerra a las pandillas y recuperar la paz de la nación. Ya elegido, Bukele que de acuerdo a la Constitución de esa nación es también el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, declaró en marzo de 2022 un régimen de excepción que permite arrestar a personas sin una orden judicial.
De este modo y con el apoyo de soldados y oficiales de las Fuerzas Armadas enmascarados y fuertemente armados se inició la represión en contra de las pandillas y en un fin de semana murieron 87 pandilleros, pero además de esto, el presidente Bukele ordenó la construcción de una prisión de alta seguridad con capacidad para 20,000 presos y planea la expansión de recintos semejantes bajo el intenso control de fuerzas militares y policiales.
¿Va el Ecuador a través de la declaración de estado de excepción en dirección a una guerra abierta en contra de las pandillas utilizando las tres ramas de las fuerzas armadas?
Los acontecimientos se han ido sucediendo con rapidez y el modelo de acción para recobrar la paz ciudadana estilo Bukele tiene semejanzas con el salvadoreño.
La televisión y prensa del Ecuador presentó esta semana a Jaime Vela Erazo, el jefe de las Fuerzas Conjuntas de las fuerzas armadas, acompañado por el almirante Miguel Córdova de las fuerzas navales y al general Celiano Cevallos de la fuerza aérea quienes informaron del arresto de 329 delincuentes y la recuperación de 195 automóviles que los narcos había robado para perpetrar sus delitos. También se está hablando de la construcción de una prisión de alta seguridad que impida el control remoto de las pandillas por parte de los capos de la droga y la continuación de la guerra en contra de estos grupos a los que se califica como terroristas porque amedrentan a la población civil.
De acuerdo a miembros de organización religiosas y cívicas del Ecuador, en esta década ha aumentado la cantidad de ciudadanos de esta república que se han visto obligados a emigrar del país debido al aumento del crimen y la inestabilidad social.
Cifras aproximadas de esta inmigración a los Estados Unidos alcanza a la cantidad de 609,000 personas y se calcula de acuerdo al censo 2020, la presencia de 33,000 nacionales del país sudamericano en Connecticut.
“Es posible que sean muchos más debido a lo acontecido en los pasados gobiernos y en Connecticut estamos organizados a través de organizaciones religiosas, culturales y cívicas,” dijo el periodista Nelson Mena, agregando que ya hay cadenas de oración y diálogos llevadas a cabo por residentes locales para rogar por el destino del Ecuador.
Informó que existe una marcada presencia de ecuatorianos en Hartford, New Haven, Danbury y Wallingford y que es posible predecir que el número de inmigrantes aumentará debido a la guerra en contra de las pandillas narcotraficantes que cuentan con armas poderosas, dinero y recursos varios para enfrentar la guerra.
La guerra en contra de las pandillas por parte de efectivos de las fuerzas armadas dista de ser la acción militar en los tradicionales golpes de estado promovidos por Estados Unidos en contra de gobiernos socialistas, y pareciera ser para quienes observan posibles atropellos de derechos civiles y humanos, un recurso extremo en el marco de un estado de excepción, la aplicación de la ley marcial con toques de queda y limitación de las libertades individuales.
La guerra frontal en contra de la delincuencia ha recibido también críticas por parte organizaciones de derechos humanos, especialmente cuando el mandatario salvadoreño amenazó con privar de alimentos a los pandilleros en el caso de que estos traten de tomar venganza ante la acción de la policía y del ejército.
Es que hasta esto hemos llegado en las repúblicas del cono sur en la era del narcotráfico extremo.