Los sistemas educacionales de los Estados Unidos y del mundo están aún aprendiendo de una condición llamada en español Trastorno de Espectro Autista, conocida en inglés como Autism Spectrum Disorder.
Muchos padres han recibido ya el diagnóstico de hijos efectuados por siquiatras, médicos y personal de salud mental de la escuelas en relación a esta condición que afecta a los estudiantes de distintos modos con mayor o menor intensidad.
Los síntomas más comunes son dificultades para comunicar sentimientos, entender las emociones de otros estudiantes o familiares, incapacidad de entender los signos corporales ignorando señales de aburrimiento o de frustración. Identificarlos y compartirlos con personal escolar o los médicos pediatras constituye un logro, pero a la vez un desafío y reto para la familia y los educadores.
Pero hay otros síntomas los cuales se deben agregar tales como la manera como responde el niño de un modo adecuado y socialmente aceptables tales como los timbres estridentes para señalar turnos en las escuelas, los acostumbrados sonidos estrepitosos usados en casos de emergencia y alarmas por vehículos de la policía, bombero o ambulancias, ruidos estridentes de motocicletas o automóviles, gritos; luces muy brillante y incapacidad de lidiar con la conducta en medio de multitudes o de eventos tales como paradas y desfiles.
Otros de los síntomas más notables es la incapacidad del afectado para adecuarse a distintas rutinas como es el caso de la presencia de un nuevo maestro substituto o sentarse en otro asiento en la sala de clases, auditorio o la cafetería.
Esta condición que confunde a los padres e incluso al personal escolar puede ser muy severa porque el niño no puede hablar ni aprender, evita el contacto con personas, mueven su cuerpo de un modo distinto tal como aletear con sus manos y repetir constantemente líneas de diálogos vistos en la televisión o en películas.
El personal de los sistemas escolares, de acuerdo a Sarah Eagan la Abogada de los Niños en Connecticut, no está aún proveyendo los servicios que requieren estos estudiantes por parte de maestros o para profesionales sin adiestramiento adecuado.
De acuerdo a una carta enviada por Eagan a la superintendente de escuelas del sistema de educación pública de Hartford; entre los meses de septiembre de 2020 a febrero de 2022, su oficina recibió múltiples reclamos acerca del programa educacional que se estaba proveyendo a un niño afectado por el desorden del autismo.
La carta específicamente se refería a UNA para profesional asignada para ayudar al niño la cual había sido referida al Departamento de Niños y Familias (DCF) por alegado abuso y maltrato al estudiante. La persona le gritaba al niño, lo arrastraba por el suelo para moverlo de un lugar a otros del salón o de la escuela, y le empujaba su cabeza para mantenerlo alejada de ella además de restringirle a la fuerza sus movimientos cuando se frustraba.
La conclusión de la investigación de la abogada y de DCF fue que no se habían enfrentado adecuadamente las necesidades educacionales y emocionales del estudiante, la preprofesional no contaba con ningún adiestramiento para lidiar adecuadamente con las carencias del niño y aun cuando se la había designado como para profesional en una reunión de Plan Educativo, no estaba al tanto del Plan de Educación Individual (IEP) ni del Plan de Intervención de Conducta (BIP) que orientan al personal.
El sistema educacional de Hartford estuvo de acuerdo en proveer adiestramiento y consejería para los padres, además de proveer otros servicios relativos al caso del estudiante que tendrían que estar incluidos en el Plan de Educación Individual y en el Plan de Intervención de Conducta.
Pero Hartford no fue el único sistema que debe mejorar los servicios para niños afectados por autismo. Las recomendaciones de Eagan y de la Oficina de Protección de la Niñez de Connecticut se aplicaban también, pero tácitamente, a otros sistemas escolares donde además de niños afectado por el autismo, hay jóvenes afectados por esquizofrenia, psicosis, además de los severos problemas de conducta y concentración en pupilos con el síndrome de Atención e hiperactividad ADHD with Hyperactivity.
(En este último tipo de desorden de aprendizaje, de acuerdo a la ley, la recomendación de una necesidad de “medicamentos” no podía ser mencionada en las reuniones con los padres y únicamente se les recomendaba que siguieran las instrucciones del pediatra.
Lamentablemente en muchos casos esta sugerencia no era obedecida y los estudiantes continuaban con los comportamientos, la escasez de atención en lo que se les ensenaba y conductas que distraían a sus compañeros de clases.)
Para el caso de la para profesional acusada a las las autoridades de los departamento estatales de protección; hay una situación importante de tomar en cuenta.
Los psiquiatras y expertos de salud mental se habían dejado llevar por el Diagnostico de Salud Mental, DSM-IV-TR publicado en el año 2000 y otro en el 2010, con otros diagnóstico para lo que hoy es ya conocido como el autismo.
Estos desórdenes se encontraban en un capítulo que describía conductas usualmente diagnosticados en la infancia, niñez y adolescencia tales como el Desorden Desintegrativo en la Niñez (299.10), el desorden Rett, y el desorden de Asperger. Incluso hace más de dos décadas ya se mencionaba el autismo como parte de estos desórdenes mentales y emocionales que se hacían presentes después del nacimiento y en los primeros dos años de vida del infante.
Ahora con nuevos descubrimientos y análisis del cerebro con sistemas de resonancia magnética, todos estas severas perturbaciones en el desarrollo temprano de la persona se agrupan en una: el autismo.
Ahora se sabe que el origen del autismo tiene que ver con el desarrollo del cerebro de una persona y los niños nacen con este problema cuyo origen ahora en la tercera década del siglo XXI no se conoce aún con claridad. Los expertos manifiestan que quizás tenga que ver con genes transmitidos desde los padres, entre otras de las teorías que mencionan infecciones de toxinas que varían la forma como se desarrolla el cerebro humano.
También se señalan como causas, y esto es importante de destacar, problemas durante el embarazo donde no se descartan madres que usan drogas o alcohol en el periodo de gestación o afectadas por contagios sexuales, y otras enfermedades crónicas.
¿Pueden los sistemas escolares especialmente de ciudades grandes con los eternos problemas de insuficiencia de fondos lidiar adecuadamente con este desorden que afecta la educación del niño?
La educación en los Estados Unidos no es considerada una prioridad por políticos más preocupados de evitar que se aumenten los impuestos a sus fastuosas propiedades, sus feudos y ganancias de billones constantemente, pero que están públicamente criticando la necesidad de aumento de salarios para los educadores o la contratación de más personas de apoyo.
A modo de ejemplo, hay en algunas escuelas de áreas urbanas un trabajador social para más de cincuenta estudiantes que deben recibir servicios de media hora y hasta una hora a la semana. Estos profesionales deben estar presentes en reuniones de evaluación de nuevos casos, proporcionar sus diagnóstico y recibir nuevos clientes.
El problema para esta y las próximas generaciones es que el desorden de autismo ha aumentado de un modo preocupante sin que aún se conozcan las causas.
En el año 2000 en Estados Unidos hubo un niño afectado por este desorden entre 150 estudiantes. En el 2010, la cantidad aumentó porque se constató la presencia de un estudiante entre 68 afectado por el síndrome. Recientemente en el 2018, hubo un estudiante autista entre 44, es decir la enfermedad va en aumento.
El problema es grave, los casos de autismo aumentan cada año poniendo presión en sistemas educacionales de ciudades pobres con pocos recursos y presupuestos limitados que no pueden contratar más trabajadores sociales, maestros especializados en servicios pedagógicos para niños autistas, especialistas en servicios del habla, expertos en terapia de conducta que eviten la restricción física, y con dificultades para dar seguimiento, después de un diagnóstico médico sugerir a los padres después de una recomendación médica, proporcionar medicinas como también se pueden recomendar únicamente por un pediatra para casos de Desordenes de atención e hiperactividad que deben contar para administrarse, con la autorización exclusiva de los padres o encargados.
Considero que es un error de los políticos y activistas poner la presión de soluciones en el personal escolar para ganar reconocimientos fáciles sin entender a cabalidad el problema.
También es lamentable que la abogada Eagan no incluye en su intervención los factores anteriormente mencionados.
Estamos aun aprendiendo.