Por Roger Senserrich
Mi columna de hoy será mucho menos política y mucho menos militante de lo que suele ser. Y será así porque contiene una idea muy sencilla, muy importante, y muy personal.
Es hora de ponerse la vacuna contra el COVID, y hacerlo lo antes posible. La vacuna es segura, es gratuita, y puede salvar tanto vuestras vidas como la de aquellos a vuestro alrededor.
Este es un mensaje que habréis visto, a buen seguro, en televisiones, radios, anuncios, llamadas del alcalde y en este mismo periódico. Estáis, a buen seguro, hartos de que os lo repitan una vez más. Pero es increíblemente importante.
Empecemos con algunos datos básicos. Se dice a menudo que Connecticut es uno de los estados modélicos en la campaña de vacunación contra el coronavirus; sólo Vermont tiene un porcentaje mayor de vacunados entre la población adulta. Aquí no hemos visto la terrible politización (algo de política vamos a tener, me temo) de algunos estados de sur, donde no está vacunada ni la mitad de la población.
No obstante, el hecho de que Connecticut haya vacunado a mucha gente no significa que hayamos vacunado a todo el mundo por igual. Nuestro estado es uno de los lugares con mayores desigualdades raciales y económicas del país, y esto se refleja, tristemente, en quién se ha vacunado hasta ahora. Las cifras más recientes del departamento de sanidad pública del estado indican que mientras que un 60% de los blancos mayores de 12 años tienen la pauta completa de la vacuna, este porcentaje cae hasta un 45% entre la población hispana y un 38% entre los de raza negra.
Las diferencias son aún más pronunciadas si comparamos entre municipios. Los datos más recientes señalan que apenas algo más de la mitad de los habitantes de New Haven (55%) estaban vacunados comparado con el 75% de Woodbridge, justo al norte de la ciudad. En Hartford, apenas un 46% están inmunizados, comparado con el 76% de West Hartford.
Esto es increíblemente peligroso para nuestra comunidad, y los es por dos motivos. Primero, el coronavirus no sólo es una enfermedad muy peligrosa, sino que su letalidad parece haber aumentado. La variante delta (los virus van mutando según se extienden) es muchísimo más contagiosa que versión que dejó miles de muertes en Connecticut la primavera e invierno pasados. Hay indicaciones (aunque no del todo confirmadas) que es considerablemente más peligrosa para jóvenes y niños que otras cepas, así que incluso la falsa sensación de seguridad que muchos teníamos hace un año ha dejado de existir.
Segundo, y aún más importante, COVID es una epidemia global, pero la transmisión sigue siendo local. Si en un barrio o una ciudad hay poca gente vacunada y tenemos un brote, que Connecticut esté haciendo un buen trabajo en agregado no nos sirve para mucho. El coronavirus se contagia en nuestras escuelas, en nuestras bodegas, en reuniones con amigos, en bares, en supermercados, y si en el barrio hay muchos contagiados y pocos inmunizados, acabaremos con mucha, demasiada, gente en el hospital – y más muertes.
Por fortuna, tenemos una forma de evitar que eso suceda. Es gratuita por completo; no importa si tienes seguro o tu estatus migratorio. Es segura, como atestiguan las más de dos mil millones de vacunas (y no, no es una exageración) que se han puesto hasta ahora gente de todo el planeta. Y es increíblemente efectiva reduciendo la probabilidad de infectarse o de tener síntomas graves, y reduciendo casi a cero la probabilidad de morir por COVID. Las vacunas son un auténtico milagro científico.
Sí, es cierto que a veces tienen efectos secundarios un poco irritantes. El día después de recibir mi dosis estaba como si me hubiera atropellado un camión, no voy a negarlo. Pero un día más o menos perdido es un precio muy pequeño que pagar comparado con acabar en el hospital con un tubo en la tráquea, o contagiando accidentalmente a alguien que queremos.
Así que os ruego que no esperéis más. Podéis ir a https://portal.ct.gov/Vaccine-Portal?language=es para buscar un sitio cercano donde vacunen (es, insisto, gratis) o llamar al 211.
Es hora de librarnos del COVID – y para que eso suceda, debemos estar todos vacunados.
(Roger Senserrich, es Director de Comunicaciones del Partido de las Familias Trabajadoras de Connecticut)