Desde el triste cierre de las escuelas a mediados del mes de marzo en los sistemas escolares públicos y privados de Connecticut, el tema de una reapertura ha constituido un desafío para las autoridades. La decisión de cuando reabrir los sistemas educacionales, y el reto tecnológico de una educación hibrida que combine el sistema presencial de niños y jóvenes en salones reducidos con el estricto uso del distanciamiento social y la mascarilla de seguridad; y por otro lado la implementación del sistema on-line; se mantiene todavía en la palestra de la discusión.
Afortunadamente nuestro estado cuenta con un gobernador y su equipo de expertos inmunólogos y científicos que actuaron de un modo sabio en cuanto a la reapertura y sus fases, pero esto de decidir lo mejor y más seguros en las actuales circunstancias para cientos de miles de niños y jóvenes va más allá de soluciones normales.
Connecticut tiene 169 distritos escolares, 1,174 escuelas y una cantidad total de 554,437 estudiantes que necesitaban educarse, pero de un modo seguro para no exponerles al peligro de contagios del Covis-19 y a un posible nuevo brote de este fenómeno sanitario cuya trayectoria y duración son aún imposibles de predecir.
Nuevamente la realidad suburbana con escuelas con pocos estudiantes y los centros urbanos con mayoría de estudiantes afroamericanos y latinos es un hecho importante de destacar en cuanto a la asignación de recursos y en la búsqueda de planes de acción que no continúen con la práctica de la segregación racial y desigualdad de recursos.
Las soluciones para sistemas escolar de ciudades como Hartford con 23,506 estudiantes comparada con Mansfield con solamente 57 son absolutamente incongruentes debido a la abismante diferencia en la cantidad de niños y jóvenes. Lo mismo sucede con Bridgeport con una cantidad de 22,570 pupilos comparada con Hampton con solamente 193. ¿Y qué decir de New Haven con 21,084 estudiantes comparada con Cakeville con 311?
En esta emergencia y búsqueda de solución a la crisis, las voces de los educadores, administradores y padres se han hecho escuchar solicitando a las autoridades precauciones, edificios limpios e higienizados, el acceso a máscaras, equipos de protección personal y exámenes para detectar rápidamente los casos de personas infectadas que tienen que ser aisladas.
Jeff Leake presidente de la Asociación de Educadores de Connecticut está hablando de la ausencia de consistencia y uniformidad en las guías de comportamiento frente a los problemas causados por la pandemia y las carencias de herramientas esenciales para la seguridad de niños, jóvenes y maestros. El líder manifestó la importancia de la transparencia en los mandatos de las autoridades del gobierno estatal y comprender y aceptar la existencia de distritos escolares que requieren de más ayuda y protección.
A modo de ejemplo, Waterbury tiene 18,882 estudiantes, mientras que el pueblo de Chaplin solamente 464.
Pasados los primeros días de clases una docena de distritos escolares han suspendido la reapertura de los salones y escuelas debido a casos de infección Covid-19. Otros establecimientos educacionales que han constatado casos de infección han decidido mantener sus puertas abiertas, pero disminuyendo la cantidad de estudiantes por maestros o maestra en las llamadas cohortes, o establecer cuarentenas.
El gobernador ha reiterado por su parte que la presencia de un caso de infectado o infectada en una escuela “no debiera motivar el cierre de un edificio.” Mientras tanto otros distritos escolares donde los padres por razones política o de otro tipo se han negado a aceptar los protocolos del gobierno estatal, mueven a dirigentes del gremio de educadores a reclamar por la ausencia de consistencia en la obediencia a los mandatos recomendados por autoridades científicas que contradiciendo a lo recomendado erróneamente por el presidente Trump. Los científicos han demostrado, que el uso de las mascarillas de seguridad y lavado de manos y distanciamiento, son herramientas más efectivas que una posible e hipotética vacuna para prevenir el Covis-19 que el presidente anuncia como parte de su campaña para la reelección.
El gobernador ha dicho que se han constatado 32 casos de infecciones y el cierre de solamente diez o doce edificios lo que demuestra un progreso, aunque reconoció ciertas confusiones con respecto a cuando se debe imponer una cuarentena.
En Hartford y en la reciente reunión de la Junta efectuada el pasado martes, la superintendente Leslie Torres-Rodríguez reconoció que en el proceso de apertura de las escuelas que estaba programado para el martes 8 de septiembre (fecha que tuvo que postergarse para el miércoles 9), había “puntos de dolor” mencionando la inutilización parcial del sistema computarizado debido un virus virtual.
Sin embargo, en la misma reunión, los maestros dejaron en claro que no se referían solamente al malévolo virus que había hecho blanco en los sistemas de comunicación computarizadas, sino que a la confusión acerca de los protocolos a utilizarse en casos de infección de estudiantes o maestros causados por el virus.
De un modo dramático la maestra Mary-Olive Gosselink de la escuela Annie Fisher dijo que los planes de reapertura estaban incompletos y le solicitaba a Torres-Rodríguez que “sus empleados hicieran el trabajo de higienización y se les proveyera a los maestros los equipos de seguridad,” agregando que “se nos están exigiendo sacrificios, pero hay errores que ponen en peligros a los estudiantes, sus familias y nuestras propias familias.”
Por su parte Carol Gale, la nueva presidenta de la Unión de Maestros en Hartford dijo que a pesar de que el lavado de manos con jabón es una de las regulaciones que se están exigiendo por su efectividad; hay escuelas donde ya no hay jabón.
Los dirigentes sindicales dijeron además que el sistema de educación virtual no era todavía efectivo ya que ordenar a 44 estudiantes ser parte de una plataforma virtual que permite al maestro ver solamente a algunos de ellos no es en absoluto efectivo.
Integrantes de la Junta intentaron disminuir el impacto de los reclamos diciendo que se mencionaba solamente casos aislado que no reflejaban una exitosa reapertura de las escuelas; pero otros dijeron que en pos de la honestidad y transparencia no había que tapar el cielo con las manos y que se debía actuar de un modo preventivo y rápido frente a los errores.
Las voces de los maestros deben ser escuchadas como fue el caso de educadores que a comienzos de la década de los años ochenta estaban preocupados por el aumento de casos de enfermedades respiratorias entre maestros y estudiantes en las llamadas escuelas “sin ventanas” tales como la Intermedia Quirk y las superiores Weaver y Bulkeley; hicieron llegar su preocupación al sindicato que lamentablemente hizo caso omiso a la opinión de sus afiliados.
La voz de alarma en la década de los ochenta hecha a través de los Comités de Salud y Salubridad permitió que finalmente se hicieran estudios que demostraron que los tubos usados para ventilar los edificios sin ventanas no se habían limpiado por años y eran una verdadera jungla de bacterias y virus.
“Después de una ardua lucha que duraría cerca de una década, logramos la intervención de organizaciones estatales y federales que finalmente adjudicaron dinero para tareas de limpieza de los conductos y edificios,” dijo Rebecca Delgado quien con un grupo integrado por maestros de ciencias y otros voluntarios entre los cuales se contaban a Judy Kline y Randy Smith de la escuela Quirk, Joseph White de la escuela Weaver, y Robert Pisarski y Richard Preutiss; lograron que los edificios fueran higienizados para de este modo reducir los casos de enfermedades respiratorias que cobraron víctimas.
El mensaje es que las autoridades pongan atención al clamor de los maestros quienes cuentan con información, conocimiento, sabiduría y que están en la primera línea de lucha en contra del virus Covis-19.