“No es la imagen que deseamos” exclamó el alcalde Arunan Arampalam refiriéndose al hasta ahora misterioso grafiti con palabras, código de pandillas, o signos apocalípticos tales como “Fatal,” “Tesone,” “Tripe,” “4-Yall,” entre otras escritas en los pisos superiores de un edificio de 15 pisos ya abandonado por décadas a su suerte enfrentando la calle Sigourney en plena entrada a la capital del estado.
La imagen es absolutamente visible guiando a través de la usualmente congestionada por el intenso transito interestatal 84 East. Ahora los frustrados conductores tienen algo que mirar: una mole con ventanales donde están grabadas palabras inconexas e incoherentes que alguien podría también describir como arte contemporáneo.
Antes de relatar la historia de un edificio feo y abandonado las expresiones de indignación y quizás sorpresa del nuevo alcalde nos hacen recordar palabras semejantes de parte del exalcalde Pedro Segarra quien el 25 de junio de 2010 se convirtió en la máxima autoridad número 66 en la historia de la ciudad.
Una de sus primeras iniciativas fue la demolición del “Butt Ugly Building” originalmente denominado H.B. David Building situado en la misma entrada de la ciudad que al igual que otras construcciones afeaban el sector noreste de la capital del estado.
En un gesto simbólico, Segarra en una de sus primeras acciones asistió a una ceremonia preludio de la demolición del esqueleto de una estructura que en sus orígenes tenía en el primer piso una tienda de catálogos y encima de ellas oficinas del Estado de Connecticut.
Respondiendo a las preguntas de los periodistas que asistimos al evento, Segarra dijo que su preferencia para el área cuando ya no estuviese el edificio era obviamente “una combinación de residencias y de entretenimiento. Todas estas cosas atraerán más residentes a la ciudad.”
Para el 24 de octubre, 2010, el pobre esqueleto de ladrillo desaparecía y durante el gobierno del alcalde puertorriqueño que se extendió desde el 25 de julio de 2010 al 31 de diciembre de 2015, hubo otras demoliciones, surge y se materializa la idea del estadio DD y se establece la base de otros importante proyectos residenciales que buscaban mejorar la apariencia del centro de la ciudad, planes que continuaría el alcalde Luke Bronin.
Cuánta semejanza tiene esta situación en la historia arquitectónica de la ciudad con las actuales expresiones de sorpresa y tal vez molestia del alcalde Arunan Arampalam al observar el misterioso grafiti cuyo autor o autores son hasta ahora desconocidos.
Quizás y como sucedió con el exalcalde Pedro Segarra, la imagen de la mole que no es algo nuevo para Arunan ya que reside en Frog Hollow desde hace unos diez años. ¿Tiene el actual alcalde en mente una visión para el edificio y el enorme espacio que ocupa?
Hasta el lunes pasado este edificio abandonado no estaba inscrito en la tenebrosa lista de edificios arruinados que no son pocos en la ciudad capital, localizado en el 25 de la calle Sigourney y representó un monumento de planes majestuosos como fue su apertura a fines de 1980 con el nombre de Xerox Center.
Los planes y expectativas de atraer más residentes y grandes corporaciones nunca se hizo una realidad. La misma compañía Xerox una de las empresas la cual en 1964 fue citada como una de las más grandes en USA y con su base en Norwalk, Connecticut, fue posteriormente engullida por Fuji, una empresa japonesa porque Xerox no pudo ir a la par con el desarrollo de la tecnología y sus productos tales como las fotocopiadoras quedaron obsoletas.
Posteriormente, el gigantesco edificio fue adquirido en 1994 por el Estado de Connecticut que gasto 6 millones de dólares para sellar el edificio de ladrillo, reemplazar su techo, los paneles que cubrían las paredes y las alfombras dañadas por el agua. Finalmente, en 2004 fue declarado limpio y habitable y cientos de oficinas, empleados del estado y agencias poco DCF, se trasladaron a las imponentes espacios, amplios ventanales y elegantes pasillos.
Lamentablemente los nuevos ocupantes comenzaron a sufrir problemas respiratorios, alergias, irritaciones en la piel a consecuencias de productos utilizados en la rehabilitación de la construcción, químicos y otros materiales tóxicos.
Poco después el edificio quedó nuevamente vacío, se selló y el personal del estado fue trasladado a otros lugares más seguros.
Entonces, ¿qué hacer con el edificio?
En el 2020 el estado de Connecticut vendió la estructura a la compañía Askar por un millón de dólares y cuyos ejecutivos planearon invertir 5 millones en rehabilitación para atraer a posibles ocupantes y oficina de corporaciones. Pero en 2021 llega la temible Pandemia y las empresas y corporaciones autorizaron a sus empleados a trabajar desde sus casas a través del sistema digital por lo cual los planes de Askar se malogran al igual que los planes de reanimar el regreso de habitantes y empleados al centro de la capital del Estado.
Hace dos años, la Voz Hispana público un artículo señalando que un pesado vidrio de uno de los ventanales había caído sobre un terreno aledaño donde hay en la actualidad edificios de departamentos. Por algunos pies de distancia el peligroso objeto cortante no cayó sobre uno de los inquilinos lo cual no produjo una reacción de las autoridades de la ciudad.
Guiados por el afectado cuyo trabajo es construcción, entramos a un túnel semi abierto que nos llevó a un sector de la base del edificio que mostró una peligrosa realidad. Láminas de acero y gigantescas redes de metal roídos por la humedad del agua que ya ha ingresado a la base de la pesada estructura.
El nuevo alcalde enfrenta ahora, entre otras, una tarea que como muchas cosas en la ciudad capital se han dejado de lado y son un legado para las nuevas autoridades. ¿Sería? la solución demoler la estructura con los grafitis o invertir millones para rehabilitarlo nuevamente y destinarlo a viviendas?
Arunan, buena suerte, la decisión no es fácil y por 44 años te encuentras con un problema reafirmado por el ¿grafiti/protesta? cuyos autores son hasta ahora desconocidos.