Afortunadamente y en las últimas cinco décadas organizaciones de la comunidad tales como como la YWCA, Interval House, DCF, IICAP y las escuelas han desarrollado una meritoria labor protegiendo a personas, hombres y mujeres, afectados por la violencia física, emocional o sexual en el hogar.
En octubre de cada año Interval House pone especial énfasis en este problema que afecta a residentes de distintos orígenes étnicos.
Este mes las actividades se iniciaron el pasado lunes 2 de octubre con una conferencia de prensa a la que asistieron el alcalde de Hartford Luke Bronin, Kevin Ferrarotti de la Connecticut Health Foundation y otras autoridades involucradas en asegurar recursos para organizaciones como Interval House, una de las agencias con mayor trayectoria y amplitud en Connecticut.
A través de la campaña “Púrpura con un Propósito” ha identificado la violencia en los hogares como una crisis de la salud pública global.
Los programas de este mes persiguen educar a la comunidad y a los vecindarios acerca del impacto social de la violencia en los hogares.
Dee este modo la violencia doméstica es definida como “un modelo de conducta abusiva en cualquiera relación que utiliza una persona en la pareja para ganar y mantener el poder y control en la relación íntima por sobre la otra.”
Esta relación abusiva puede ser tanto de parte del hombre por sobre la mujer, de una mujer por sobre el hombre, de un hombre sobre otro hombre o de una mujer sobre otra mujer.
Amanda Delaura portavoz de Interval House informó que cada año 12 millones de personas experimentan situaciones como las más arriba mencionadas en la intimidad de las parejas. “Los niños y jóvenes que son testigos de estos actos violentos irrefrenables de adultos sufriendo riesgos tantos físicos como sicológicos que los acompañarán toda la vida.
Lo más peligroso es que para estos miembros vulnerables del núcleo familiar, estos actos pueden transformarse en una conducta normal con su futura pareja, manifestó Kelvin Rojas, terapeuta familiar de una agencia de salud mental de Springfield.
En cualquier sociedad lo que sucede en una pareja es algo íntimo y por lo general desconocido incluso para familiares. En el caso de las parejas hispanas, los padres, hermanos o familiares de la persona afectada o afectado siguen el patrón de no “inmiscuirse” en lo que sucede en las relaciones sentimentales o matrimoniales de sus hijos o hijas, llegando el momento en que un detonante emocional a veces acompañado con armas produce tragedias que hemos leído en recientes incidentes fatales y en las páginas policiales.
En el caso de la trágica desaparición de Jennifer Dulos un 7 de mayo de 2019, los investigadores notaron una relación que se fue resquebrajando debido a la tendencia de su esposo Fotis Dulos de tener otras relaciones sexuales, gastar dinero sin control y embarcarse en deudas millonarias.
Jennifer había abandonado el hogar cuando su esposo le propuso como solución al “problema” que vivieran con una de sus amantes como una familia. Cuando la esposa y sus cinco hijitos abandonan el hogar y pasan a vivir independientemente, se inició un proceso de divorcio y custodia de los hijos que enardeció a Fotis Dulos quien dijo ante varias personas que “deseaba hacerla desaparecer.”
De acuerdo a los investigadores, éste habría decidido ultimar a su esposa y de hecho hizo desaparecer el cadáver con la asistencia de su novia Michelle Troconis de nacionalidad venezolana, y del abogado y amigo del Dulos, Kent Mawhinney.
Acosado por la justicia dada las evidencias de asesinato en el garaje del hogar de Jennifer, Dulos se suicida. Los cinco hijos de la pareja han quedado huérfanos y a cargo de su abuelita, madre de la desaparecida víctima.
Una de las actividades organizadas por Interval House fue una caminata en memoria de Jennifer, aun desaparecida, llevada a cabo el pasado sábado 7 de octubre en el estadio Dunkin’s Donuts de Hartford.
Para llegar a estos actos extremos de violencia donde sujetos usan armas para poner fin a relaciones, existe de acuerdo a la Unidad de Violencia Doméstica del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, señales que se pueden manifestar a través del abuso físico, sexual, emocional, económico, psicológico y tecnológico.
En el abuso físico que puede estar agravado por la presencia de armas de fuego, la víctima es golpeada, abofeteada, empujada, agarrada, pellizcadas, sometida a codazos, mordidas, mechoneada y en muchos casos privada de sus medicamentos u obligada a beber alcohol o drogas.
En el abuso sexual, se coacciona y apremia por medio de la fuerza para tener una relación sexual sin que la víctima haya dado su consentimiento. Se señalan como formas de este abuso la violación de la pareja en el matrimonio, ataques a ciertas áreas sexuales del cuerpo de la compañera o compañero, o forzar el acto sexual a través de violencia física.
En el caso de abuso emocional, los expertos señalan actitudes o comentarios que degradan o quitan el valor a la pareja.
El abuso económico es otra forma de controlar y abusar de la esposa o esposo restringiendo la habilidad de la persona para adquirir, usar o mantener recursos económicos.
El abuso psicológico incluye el causar temor a la víctima de abuso a través de la intimidación, amenazas constantes a la persona con posible abuso físico o daño a si mismo (“me voy a suicidar”), maltrato de cachorros, y forzar al aislamiento forzoso de la victima de su familia, amigos, colegas de la escuela o del trabajo.
Finalmente, está el abuso tecnológico amenazando, acosando, extorsionando o monitoreando a otra persona usando cualquier forma de tecnología sea el texteo, el uso del Facebook, y espacios o plataformas online, aplicaciones, y otras tecnologías emergentes.
Durante el periodo de la pandemia donde las familias fueron obligadas a compartir espacios limitados, las discusiones y disputas se hicieron frecuentes y las estadísticas registran que más de 43 millones de mujeres y 38 millones de hombres fueron víctimas de violencia doméstica psicológica.
En 2021 la Coalición de Connecticut Contra la Violencia Domestica sirvió a 38,989 víctimas y recibió 41,654 llamadas solicitando ayuda.
Aunque desde hace décadas hay refugios para las víctimas y 2,950 personas afectadas por el abuso domestico recibieron alojamiento, estos recursos en el 2021 estuvieron colmados más allá de su capacidad.
Si usted o conocidos o conocidas están en situaciones de abuso puede llamar al 888-774-2900 o usar la línea telefónica nacional para denunciar el abuso en el 800-799-SAFE.
Nunca es tarde para prevenir y comparta esta información o busque orientación y terapia en agencias de la comunidad llamando al 860-527-1124.