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Tía Julia, usted no sabe como en mi familia esperamos con ansias locas el lunes 14 de diciembre para que se haga oficial el triunfo del presidente electo Joe Biden. Decimos esto porque mi hijo que es muy sabido y estudia ciencias políticas y ocultas en el community college, ha dicho que Donald Trump quiere quedarse en la Casa Blanca con el apoyo del partido republicano para imponer en Washington un gobierno autocrático, palabra que no entendemos mucho pero que suena fea. ¿Sería esto verdad?
Lo que pasa tía es que a nosotros nos preocupan varias cosas con esto de la pandemia: nuestro turno para la vacuna, el posible cheque de ayuda que los republicanos no quieren aprobar, y algo tan simple como esto de las mascaritas; ¡que un rayo parta! Además, nos jalea el cráneo el segundo confinamiento en el sagrado seno de nuestros hogares para esta época de fiestas sin que podamos recibir familiares de Puerto Rico o NeuYol y gozal.
Una de las cosas que nos trabaja en la mente como si fuera una pulga en la oreja es que cuando el Dr. Anthony Fauci anuncia las malas noticias lo hace como si estuviese contando un chiste y mi esposo opina que es como si se burlara. Por ejemplo, el otro día con una sonrisa de oreja a oreja dijo riéndose a mandíbula abierta que este invierno será más crudo que una pata de lechón mal cocida, que la vacuna no se sabe si llegaría para la primavera, y que ahora la plaga va a atacar a las abuelitas y abuelitos. Tía, el señor sonreía como si estuviese contando el chiste aquel de un muchacho que fue a hablar con su dotol porque le preocupaba algo.
“Fíjese dotol que usted no me lo va a creer, pero yo lanzo gases intestinales sin olor…” El médico que era graduado de UCONN le dijo, “pero hombre como va a ser, pero; ¿qué es lo que usted come? El tipo respondió, “doctol como de todo, cebolla, repollo, aceitunas, ajo, morcillas, habichuelas negras y de las otras, pan sobado, tacos con ají, todo eso y los gases me salen sin olor. El doctor incrédulo le dice “bueno; ¿puede lanzar uno ahora? a lo que el paciente responde, “por supuesto, acabo de comerme un bagel con salame y huevo en el DD de la Washington con un vaso grande del te siniestro.” El tipo hizo lo que le pidió el facultativo quien le dice de inmediato. “Señor, ¡a usted hay que operarlo de inmediato!” a lo que el paciente responde; “del estomaguito doctor?” “No” responde el matasanos, “de la nariz, so idiota ponzoñoso e ignorante. Es más, vaya ahora mismo a hacerse el examen de la pandemia porque dicen que la gente infectada por el Covis-19 pierde el sentido del olfato, y por favor no vuelva más por aquí.
La cosa es tía que mi marido se siente muy preocupado por un problema que no es el de los gases tóxicos, sino que de sus orejas. Este hombre tiene las orejas tan grandes que en la escuela le llamaba Dumbo y Dr. Spock. Cuando hacía mucha calol en Ponce, la mai le pedía que se acercara y moviera la cabeza para que la abanicara.
El asunto es que las orejas son suficientemente grandes para que se cuelgue no una, sino que tres máscaras, pero el problema es que son de piel y cartílagos muy delgados y medios flojos. Como ya hemos usado las máscaras por más de nueve meses, las orejuelas se la están yendo hacia adelante y parece un alíen. Usted no sabe cómo le molestan los oídos cuando camina en contra de estos vientos de ahora que son mucho demasiado.
Para esto mi hijo que es sabido tiene la idea de hacerle en cada oreja un agujero como el que se les perfora a las niñas para que usen pantallitas o aros, como dice una amiga argentina. Dionisio ha diseñado unos ganchitos desde los cuales se sujetarían los cordones de las mascarillas para que no se caigan. La otra solución es que se ponga una bandana y se la amarre al cogote, pero mi esposo es alérgico a la tela en el cuello y si usa bufanda le da hipo y suda.
La máscara, y esta es mi modesta opinión no nos deja mostrar nuestros sentimientos a través de los ojos y aunque dicen que “ojos que no ven corazón que no siente,” para mi la boca y fruncir la nariz para expresar que hay mal olor o que la persona que habla es fañosa y no se le entiende, son muy importantes. Para esto Dionisio ha creado un manual que ha titulado “Aunque use mascaritas dígalo de todos modos,” El manual es un folleto en el que da informaciones de como usar las cejas subiéndolas o bajándolas para expresar sorpresa o fruncirlas en el caso de gente que huela como la del chiste que son tóxicos. También incluye la cerrada de un ojo para establecer familiaridad o llamar la atención de una hembra, o fingir que la persona es turnia para decir sin palabras que la persona que habla (el presidente) esta craqueado o craqueada. El girar los ojitos como en un círculo de un lado a otros significa “tenga paciencia con este,” y mirar rápidamente para los dos lados, significaría que hay peligros en el Green o por la Park.
Esperamos que usted nos dé su opinión acerca de este problemita de los gestos que ya no se pueden expresar por la mascarita y la gente está más y más “mirando para adentro” lo cual es más peligroso que comer chillo con espinas por esto de la melancolía y la depresión de invierno.
Miriam, amiga de la Sultana
Respuesta
Miriam, no me imaginaba que eras amiga de la Sultana que a veces habla por la radioemisora en el programa “El Infarto Radial” donde el griterío abunda y el olor a alcohol permea a través de las ondas. De todos modos, a todos los que creen en un régimen democrático preocupan las abiertas movidas de Donald John Trump de convencer con amenazas a los mismos gobernadores republicanos para que digan que en las elecciones de sus estados hubo fraude lo cual es una vulgar changuería de un mal perdedor.
El tipo se quiere quedar y vivir fácil con su familia de pillos y espera que haciendo ruido y amenazando a las autoridades con los voluntarios armados que van a subvertir el orden y la relativa paz social, saldría con la suya.
Todos esperamos con ansias el lunes 14 de noviembre cuando los colegios electorales se reúnan y oficialmente anuncien que Joe Biden será el presidente # cuarenta y seis de los Estados Unidos que Trump preferiría sean los Estados Revueltos ya que el dicho dice que “a ríos revueltos ganancia de sinvergüenzas.”
Después del anuncio quedarían aun 37 días más hasta el miércoles 20 de enero donde este sujeto continuaría poniéndole obstáculos al gobierno del nuevo presidente que como tu ves no le tiene miedo a la opinión de los expertos entre ellos el Dr. Fauci quien era la única voz racional cuando Trump decía que la pandemia era como una influenza común y corriente, morirían dos o tres viejitos y después desaparecía, además de la recomendación de que la gente tomara cloro.
Lo del chiste de los gases esta medio pasao y tuvimos que reeditarlo para no provocar espanto en nuestros lectores, aunque una de las cosas importantes que se mencionan en la chirigota con tendencia a la cuchufleta es verdad. Las personas infectadas por la jodienda pierden el sentido del olfato que se agrega a la fiebre, la tos seca como escupo de camello, el dolor de la pensadora, la debilidad en el matre y los tiritones.
En cuanto a lo del uso obligado de las mascarillas continúa siendo un proceso de ajuste emocional tanto por lo de las orejas, como por el vapor que invade los lentes ópticos en estos tiempos de temperaturas glaciales. Pero por otro lado querida Miriam, amiga de la Sultana; tengamos en cuenta que cuando la temperatura baja de 30 grados Fahrenheit, la mascarita te protegerá la nariz de las brisas gélidas y el viento incesante que se ha puesto mas arremolinado, es decir sopla por todos lados, incluso aquel. La idea de Dionisio de hacerle un hoyo a su pai en las orejas es algo extrema. Ahora venden unas cosas que son como un cuello de tortuga que te cubre la nariz, el cuello y la mandíbula inferior, pero se me olvidaba que tu esposo es maniático y tiene la changuería de no soportar telas en el cogote.
El uso de la máscara nos está transformando en una sociedad inexpresiva y con tendencia a la sospecha ya que los pillos o andan sin mascara (como Trump y los KKKlanes), o la usan otros para cometer delitos. Las máscaras nos impiden usar plenamente el rostro para expresar complacencia, enojo, simpatía o rechazo. La idea de Dionisio es muy buena ya que con los dedos y a la usanza del lenguaje por señas utilizado por las personas sordomudas, se pueden mostrar muchas cosas y no me refiero a lo del dedo que algunos choferes le muestran a quienes le cortan pastelillos en la carretera, no. Recuerda que levantar el dedo mayor e índice fue el signo de la victoria y esperanza cuando los ingleses lucharon en contra de los Nazis en la segunda guerra mundial, y que el pulgar levantado era la señal de aprobación de los pilotos en el aire y en medio de las batallas.
Miriam, me le das saludos a la Sultana y dile que se lo tome con agüita. Tu te me cuidas y a celebrar en familia mira que el asunto se ve más feo que una troca por debajo.
Tía Julia