Es difícil olvidar al inicio de este año los crímenes de infanticidio cometidos en contra de criaturas indefensas que han conmocionado profundamente a la opinión pública.
Estos terribles actos deber ser recordados con el propósito de evitar el descargar nuestras frustraciones matrimoniales en infantes que no pueden defenderse y cuya última señal de vida habrán sido desesperados vagidos, débiles llantos o quejidos al recibir inmerecidos mortales castigos mortales.
También es un llamado de atención para las familias que no han sido proactivas en proteger a las criaturas conscientes de que las parejas que las procrearon han caído en el ciclo de la violencia intrafamiliar, negligencia, delincuencia, prostitución, el uso de drogas o alcohol, y problemas mentales.
A modo de terribles ejemplos recordamos en los ámbitos periodísticos y de agencias de protección de niños y familias los siguientes casos.
El 9 de julio de 2015, un sujeto llamado Tony Moreno de 21 años que había sostenido una disputa con la madre de su hijita Adden Moreno de solamente siete meses, decidió suicidarse saltando desde el puente sobre el rio Connecticut situado en Middleton.
Sin embargo, y como una formas de castigar a la madre de la niñita, Moreno que cumple ahora una sentencia de 70 años en prisión, primero arrojó a su hijita de siete meses de edad a las aguas del río. El sujeto usó el teléfono celular para que la madre escuchara los últimos vagidos de la víctima. Posteriormente se arrojó a las aguas del rio en un intento de suicidio, pero a diferencia de su hijita, éste fue salvado.
El 24 de mayo de 2018, Un individuo llamado Edwin Babilonia de 29 años que con Ashley Pérez-Rivera habían engendrado a una bebita llamada Emily de solamente siete semanas, molesto por el llanto inconsolable de la menor, la azota en contra de las paredes del baño causándole heridas que le provocan la muerte. La madre que fue incapaz de intervenir para evitar el homicidio de su hija recibió una condena de cinco años y Babilonia estará tras las rejas por dos décadas.
Finalmente, en noviembre del año recién pasado, un sujeto llamado Christopher Francisquini de 31 años asesina con un cuchillo a su hijita de solamente 11 meses, dándose luego a la fuga. El criminal sufría problemas de control de su temperamento y no está aun clara su enfermiza motivación de desquitar su coraje con su hijita, aunque al parecer había tenido altercados con su pareja y se encontraba bajo arresto domiciliario.
Estas acciones descabelladas e irracionales son imposibles de creer en una sociedad en la cual existen agencias policiales, clínicas de salud mental y un activo Departamento de Niños y Familias con el número de emergencia 911 o 922.
¿Quién o quienes protegen entonces a los más vulnerables en la privacidad de hogares donde padres incapaces de criar a sus hijos o hijitas en momentos de descontrol deciden ultimar a sus criaturas?
¿Estaban estos sujetos o sus esposas preparados mentalmente para procrear hijos, protegerlos, darles sustento y asegurarles una infancia feliz?
En medio de esta reflexión recordamos a la señora Georgina de los Ríos Q.E.P.D., una activa funcionaria de la Cruz Roja de Connecticut quien dedicó su vida y energías proveyendo conferencias en escuelas donde el tema era proteger a los niños. Recuerdo claramente su recomendación de no gritarles ni castigarles físicamente o ser negligentes porque de ese cuido dependía el crecimiento de ciudadanos sanos y responsables. Tenía toda la razón y su mensaje habrá sido escuchado por miles de padres y madres de la ciudad capital.
Lo que sucede es que las denuncias de familiares a DCF debido a la presencia de personas violentas y con una tendencia a agredir cuando surgen sus ansias incontrolables de maltratar, atacar, pelear, o involucrarse en disputas verbales o físicas, NO son denunciados. En sociedades patriarcales como las nuestras existe la absurda creencia de que los padres, hermanos o familiares no deben intervenir en “cosas de la familia.” Así se creó quizás el ambiente de negligencia que rodeó los terribles ejemplos reales más arriba enumerados.
¿Porque sucede esto en nuestra civilización?
Lamentablemente el infanticidio sí era común en las culturas griegas, romanas, celtas, germanas, incaicas y aztecas antes de Cristo, por motivos a veces religiosos o como sacrificios a los dioses para proteger a las comunidades de desastres naturales o venganzas.
En Esparta, siglos antes de nuestra era, al recién nacido los sacerdotes lo revisaban para asegurarse de que no tuviese defectos físicos. Los que no pasaban la prueba y el examen, eran simplemente arrojados a un precipicio. Ya mayores, los niños espartanos eran arrebatados a temprana edad del lado de sus madres para ejercitarlos en violentos y crueles entrenamientos militares que incluían la ideología de la crueldad.
Sin embargo y más recientemente, las autoridades alemanas en el periodo de gobierno del partido Nazi previo al comienzo de la segunda guerra mundial que inició Hitler en 1939 imponían la doctrina de preservar la “raza aria pura,” obligando a que vecinos, familiares o ciudadanos denunciaran los casos de niños afectados por defectos incurables, incapacidades físicas o mentales. Las víctimas eran sometidas a la muerte a través del envenenamiento en cámaras de gases.
Actualmente en la guerra entre Rusia y Ucrania, las tropas de lo que fue el imperio soviético no trepidan en bombardear a la población civil, las maternidades u hospitales provocando la muerte de infantes, niños y adolescentes.
En Connecticut, las autoridades del Departamento de Niños y Familias han ya lanzado un llamado de alerta afirmando que, para el futuro bienestar de la infancia, es importante recordar que en un 70% de los casos investigados por negligencia y violencia a cargo de esta agencia, ha estado presente el uso de substancias tales como el alcohol, la marijuana recreativa o clandestina, el FENTANILO que agudiza el efecto de la yerba, y otras drogas duras.
También se ha dado desde hace décadas el llamado de alerta a trabajadores sociales y maestros de las escuelas públicas, personal de los hospitales que atienden a niños y agencias de la comunidad.
¿Es esta una causa de casos de los infanticidios en Connecticut?
Creemos, y en base a estadísticas, que es lo más probable al igual que los numerosos casos de niños víctimas de abuso físico sexual.
Hacemos un llamado a familiares cercanos a parejas con problemas maritales, usuarios de drogas o involucrados en actos de violencia, a proteger a los infantes procreados por estas uniones maritales, pero también a niños y preadolescentes. El no hacerlo nos convierte en COMPLICES de siniestros infanticidios de niñitos y niñitas que no tuvieron ni tendrán la oportunidad de vivir.