Querida Tía Julia, el ángel que consuela a los desanimados y desamparados como yo.
Después de meditarlo cinco noches y cuatro días, me atrevo a molestarla para consultarle acerca de un problema que me ha afectado el amor propio y como decía un pastor, “la” autoestima (se dice el autoestima, aunque suene machista). Cumpliré para el Dia del Pavo 39 otoños y llegué a este mundo al pueblo de Aguas Buenas donde todavía celebran las novenas de San Pedro de la Redoma y hacemos procesiones dedicadas a Santa Mirta la Manumisora.
Como muchos jóvenes de mi generación y de la diáspora independentista puertorriqueña, decidí salir de la Isla, “loco de contento con mi cargamento hacia la ciudad, ¡Ay!, hacia la ciudad,” y me vine para acá afuera para conocer, estudiar, trabajar, comprarme un departamento y ¿por qué no? intimar con una gringuita generosa para que también me enseñara el inglés y nuevas estrategias en el matre al estilo de la Nueva Inglaterra.
Con un préstamo de estudios medio flojo que me dio el Estado, me gradué con honores de barbero/peluquero además de maquillador de cadáveres y experto en peinados a la moda para hombres y mujeres, sea con el pelo bueno o el pelo malo. Tal como informa el Courant, aquí muere mucha gente blanquita por lo cual hay buen negocio para las funerarias.
Sin embargo y de un modo repentino, en mayo pasado los médicos me encontraron una complicación en mi sistema digestivo rectal. Se trataba de unos tejidos hemorroidales en el recto (como los que sufre Trump y el vejete Giuliani) además de unos cosos llamados pólipos que les llamaron su atención. Para ponerse el parche antes de la herida, me mandaron pa’seguida a hacerme una biopsia de emergencia, unos MRI (el ataúd con ruidos) y unas cosas que creo se llaman Catscán.
Así llegué a emergencia y desde allí me mudaron a otros pisos donde después de meterme los palillos en las narices, pero no di positivo a la jodienda llamada variante Equis Ultra; me asignaron un cuarto donde tuve que vestirme con un traje ridículo que llaman el Johnny, abierto por detrás y dejando expuesta las nalgas. Para disimular la vergüenza me puse otro Johnny como una capa y me sentí ridículo y amostazado.
Luego, me acostaron en un lecho que parecía una hamaca sobadora donde me hundí sintiéndome más incómodo que una siesta en un matre mojado. Repentinamente se abrió la puerta y entraron de un modo sigiloso y súbito dos enfermeras gringas jóvenes con máscara las cuales me dijeron en un pésimo español, “Because you venir de abajo, we venir a revisar tu body.”
Antes de que pudiera defenderme, me metieron las manos en la anaconda tuerta y por allí siguieron. Antes de que yo pudiera reaccionar ya que, recuerde, yo estaba hundido en la hamaca con ruedas y rejas y no podía defenderme, me dieron vuelta exponiéndome la puerta posterior de entrada a las entrañas. ¿Usted me entiende?
Las tipas se fueron pa’rapido después de hacerme firmar un papel amarillo donde yo acreditaba que no me habían hecho daño. Les pedí una copia.
Al día siguiente me dijeron que me trasladarían a otro piso porque no tenía la variante y allí tía, ¡otra vez! llegó la invasión con otras dos gringas flacas y una estudiante que de nuevo me dejaron más tocado que pandereta de aleluya.
El problema tía es que yo soy muy peludo y mi presa no es del tamaño de lo de los tipos de las películas porno, sino que más bien chiquita. Verdad es que el tamaño yo lo compenso con técnicas efectivas tales como “el Huracán Fifo y el triqui traque,” “el Mambo número 69,” y el “Hula, Hula con impulso en riversa,” y “la Lengua de Cordero. Como le escribía otro infeliz, para mi es un problema ir a la playa cuando se puede por esto de las condenadas lluvias que chavaron el parto, pero uso shorts largos y abultados.
Tía, me he sentido ultrajado y ¿piensa usted que tengo material para una demanda con una abogada del patio por acoso y abuso sexual con premeditación, alevosía e intenciones voluptuosas?
Carlitos
Respuesta
¡Muchacho de Dios que eres de Aguas Buenas y ahora estás en Aguas Malas! En cuanto al tema de que hay mucha gente blanquita que fallece y cuyas fotos aparecen todos los días en el Hartford Courant, lo que pasa es que ni tu ni yo podemos pagar los elevados costos de los obituarios que están cada día más altos. La muerte Carlitos no es racista y a todos nos llega.
En lo del hospital, te sacaste el premiado y tu carta me impresionó mucho demasiado porque sufriste un ataque inesperado aprovechando que tenías el fatídico Johnny que expone la parte más vulnerables del soma de pacientes hombres, mujeres, jóvenes y niños. Parece que eres un primerizo.
Sin embargo, las circunstancias de la invasión son una rutina y un amigo que trabaja en los quirófanos me dijo que ya habían recibido reclamos por estos exámenes imprevistos y a veces tortuosos e inexplicables para pacientes nuevos.
Dice que consultó con su novia que trabaja en la recepción de emergencia y esta le dijo de un modo confidencial que eso es ahora una práctica hospitalaria para asegurarse de que el enfermo no tenga otra condición médica aún no detectada y de la cual el hospital no se desea hacerse responsable. ¿Cuchilladas?
Sin embargo, otra conocida de mi amigo le dijo que cuando te admiten en el hospital especialmente en la unidad de emergencia, te hacen firmar un papel donde autorizas toqueteos, manipulaciones abdominales, clavadas para sacarte sangre, y en el caso que estés más malito, un aparato que permite que desagües a través de una manguerita adherida a la cabeza inferior lo cual es para los hombres incómodo y vergonzante. ¿Viste?
Dudo que las gringuitas que te manipularon allí lo hubiesen hecho con intenciones perversas o perniciosas. Por lo demás estaban con la mascarita así es que es mejor que te resignes a los toqueteos porque es por tu bien y jamás podrás reconocerlas frente al juez que seguramente se morirá de la risa.
Pero escucha esto. Según otra amiga enfermera en el tercer turno, ha habido casos de gente que se dañan a sí mismas y después demandan. A mi no me consta porque esto es un tema de abogados del patio que cogen todo tipo de casos, incluso aquellos.
Carlitos, por tu edad deberás acostumbrarte a ciertos exámenes que se hacen por tu bien. Eso duele y ofende, pero recuerdo y esto para el futuro cercano, cuando te examinen la próstata perderás nuevamente la virginidad lo que le sucedió al expresidente Trump que entonces no demandó a nadie. ¡Para que hablarte de los exámenes que sufrimos las féminas!
Suerte con tus exámenes médicos, tratamientos y paciencia que más se pierde en la guerra de la pobre Ucrania. Aprovecha de vacunarte para la nueva variante o el flu que el pinchazo es en el antebrazo y no en la nalga y que esto te sirva de consuelo. Carlitos ya no tienen 22 y te irás tornando mas vulnerable. Asegúrate de tener seguro médico y del otro.
Tía Julia
Comentarios a los Consejos de la Tía Julia
Ese tipo que le escribió y ahora se queja de dolor en el pecho porque en una relación adúltera tuvo la mala idea de enamorarse de una mujer casada amiga de una patas negras, que no venga con changuerías y lloriqueos porque esas metidas de pata jamás llegan a nada bueno. Es que todas esas aventurillas son más artificiales que una muñeca de goma tamaño normal (5 por 5) marca “Kakita” japonesa y por lo general la fémina casi siempre regresa a la seguridad económica que le proporciona el venado. Tulio César de Springfield. Gracias.