Por Laura Glesby
Más de 20 trabajadoras domésticas y sus familias se reunieron en el recinto de una iglesia para reclamar días de descanso por enfermedad, maternidad y asistencia sanitaria, y para valorar su trabajo cotidiano, sin el cual “el mundo se detiene”.
La organización local de defensa de los trabajadores inmigrantes Unidad Latina en Acción (ULA) convocó la reunión el jueves en honor al Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar. El evento se celebró de noche, en la Iglesia Metodista Unida First & Summerfield, en la que hileras de afiches con imágenes de trabajadoras domésticas históricas, desde Geneva Evans hasta Harriet Tubman, recibían a quienes cruzaban las puertas del templo.
“…en la Iglesia Metodista Unida First & Summerfield, en la que hileras de afiches con imágenes de trabajadoras domésticas históricas, desde Geneva Evans hasta Harriet Tubman, recibían a quienes cruzaban las puertas del templo.
A lo largo de la noche, las trabajadoras domésticas, un grupo que incluye a las personas que se encargan de la limpieza del hogar, del cuidado de los niños y de la asistencia sanitaria a domicilio, que trabajan en los hogares particulares de familias, compartieron historias de éxito y de precariedad derivadas de su trabajo.
Rindieron homenaje a la historia olvidada de las cuidadoras y empleadas domésticas más impactantes. Y reclamaron un futuro de estabilidad y reconocimiento para todas las trabajadoras domésticas.
Carmen García habló sobre su experiencia cuando, hace treinta años, emigro desde México a los Estados Unidos.
“Estoy orgullosa de ser una trabajadora doméstica porque mi trabajo hace posible que mis empleadores puedan hacer el suyo”, dijo.
“Nuestro trabajo es tan importante como el de un abogado, un médico o un político”, agregó, haciéndose eco del eslogan del evento, de que el mundo no giraría sin las trabajadoras domésticas.
García aboga por unas condiciones de trabajo y una remuneración que reflejen esa importancia. “No tengo ni jubilación ni Seguridad Social, ni seguro médico ni tiempo libre pagado”, dijo.
“Trabajamos muy duro y a menudo nos pagan el mínimo”, dijo Abigahi Tepale, trabajadora doméstica y madre soltera. “No es suficiente con poder pagar el alquiler y las facturas”, dijo.
Las oradoras pidieron días de enfermedad pagados, tiempo libre pagado, seguro médico y permiso familiar pagado y pidieron que las leyes vigentes sobre salud y seguridad en el trabajo incluyan a las trabajadoras domésticas.
Estos objetivos podrían alcanzarse mediante una Ley Nacional de Derechos de las Empleadas Domésticas, de la que se presentó una versión en la Cámara de Representantes el año pasado.
Nayeli García: “ Trabajamos a puerta cerrada.”
Aunque las trabajadoras domésticas tienen menos derechos que la mayoría de los demás trabajadores del país, las protecciones legales de que disponen a menudo no se conocen ni se aplican.
Muchas trabajadoras domésticas son inmigrantes, entre las cuales Nayeli García, quien llego a New Haven desde México hace 11 años, cuando ella tenía trece.
“La mayoría de este personal doméstico está compuesto por mujeres negras, latinas y afroamericanas”, dijo García. “Trabajamos a puerta cerrada, y eso nos hace más vulnerables a la explotación “.
García, que fue una de las organizadoras del evento, sueña con convertirse en trabajadora social.
Con ese propósito, está asistiendo como estudiante de medio tiempo, al Gateway Community College. Y para poder cubrir los gastos de la matricula, trabaja entre 20 y 25 horas semanales en limpieza de casas. Ella dice que ese cometido “es difícil, pero no imposible”.
Una de las protecciones que García y otras organizadoras de la ULA esperan sacar a la luz, es una ley estatal aprobada en 2021, que obliga a los empleadores a proporcionar a las trabajadoras domésticas contratos por escrito, en los que se detallen el salario y el tiempo libre disponible.
Además de abogar por estos objetivos el jueves por la noche, ULA se propuso conmemorar la poderosa historia y el legado actual del trabajo doméstico, que a menudo resulta invisible o poco reconocido.
La organización homenajeó a 20 trabajadoras domésticas de su comunidad con certificados, señalando que su trabajo merecía un mayor reconocimiento.
Robyn Porter recuerda el trabajo que hacía su abuela.
La diputada estatal Robyn Porter recuerda que iba a trabajar con su abuela, una mujer negra que cuidaba a los niños en un hogar blanco.
“Nos fascinaban los juguetes, las casas de muñecas”, dijo Porter. Pero también hubo momentos dolorosos.
“Hubo momentos en los que mi abuela tuvo que ser abuela de otros niños. Y hubo otros días en que ella perdió sus vacaciones por tener que trabajar”.
“Le digo a cada mujer en esta sala, a cada inmigrante, sé lo difícil que es estar en este país”.
Estefanía Cuzco cantando en lengua kichwa, pidiendo la caída de la lluvia.
Hay que empezar con cualquier trabajo que se pueda conseguir”, dijo Estefanía Cuzco, de la comunidad indígena Cañari, que interpretó una canción kichwa pidiendo lluvia.
“A pesar de todo el sufrimiento… te has levantado. Has seguido avanzando,” dijo Cuzco. “Gracias por seguir luchandol”.